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  • Discurso de Apertura 2015

 

Dr. Sergio Balarezo Saldaña


Rector de la Universidad de Piura (2012-2018)


Discurso emitido en:
Piura, 25/04/2015
Lima, 22/04/2015

Apertura del Año Académico 2015

 

La búsqueda de la verdad no suele ser fácil, fundamentalmente porque exige ir contracorriente, romper esquemas, derribar modas… Esa búsqueda no se queda en el ámbito científico. Se amplía a la persona en toda su integridad.

Excelentísimo Vice Gran Canciller de la Universidad, P. Emilio Arizmendi;
Mgtr. Reynaldo Hilbck Guzmán, Gobernador de la Región Piura;
Dr. Oscar Miranda Martino, Alcalde Provincial de Piura;
Dr. Juan Carlos Checkley Soria, Presidente de la Corte Superior de Piura;
Dr. Edmundo Rodriguez Frias, Presidente de la Cámara de Comercio y Producción de Piura;

Dignas autoridades académicas, civiles, militares, claustro de profesores,

Graduados, alumnos, padres de familia, señores y señoras:

El 7 de abril de 1969, al aire libre, como hoy, pero frente a una incipiente etapa del edificio principal, se realizó la primera ceremonia de apertura del año académico de la Universidad, en un ambiente acogedor y de familia, que revivía la mejor tradición académica. Algunos días después, el 29, con 97 estudiantes y nueve profesores, se iniciaban las clases. Hoy, el número de estudiantes, profesores y trabajadores de la Universidad se ha multiplicado; los algarrobos, también. Hay más edificios, pero el ambiente sigue siendo familiar y acogedor. Y el clima de amistad y respeto, así como la exigencia académica, se mantienen.

Sin embargo, sí hay una gran diferencia con aquella ceremonia: ¡ustedes, queridos graduados! Ustedes conforman el eslabón de una gran cadena que no puede romperse y reflejan el mejor fruto de nuestra institución. Por ello, mis felicitaciones a cada uno, pues su graduación manifiesta palpablemente el esfuerzo de todos: de ustedes los graduados, que supieron sortear obstáculos no pequeños; de sus familias, que también aportaron un esfuerzo seguramente arduo; de los profesores, que hicieron de guías cercanos en el camino de sus alumnos; y de todo el personal administrativo y de servicio, que colaboraron en cuidar el ambiente necesario para el buen desarrollo de las actividades.

Los animo a seguir adelante con entusiasmo, pues saben bien que esta misión cumplida es solo el comienzo de un nuevo reto. En los años venideros, habrá más logros, pero también dificultades, las que estoy seguro sabrán afrontar con valentía y optimismo.

Y ese futuro, que es muy prometedor para ustedes, es al que está mirando también la Universidad. Por ello, quiero referirme, especialmente, a la misión de la UDEP que hoy, 46 años después, conserva su vigor y vigencia: la búsqueda de la verdad y la formación integral de estudiantes y profesores fundamentadas en una visión cristiana del hombre y de la sociedad. La Universidad asumió esa misión desde sus orígenes y la persigue también ahora sin dudas, sin temores. Todo ello, con un claro objetivo que es lógica consecuencia de lo anterior: el servicio.

La búsqueda de la verdad no suele ser fácil, fundamentalmente porque exige ir contracorriente, romper esquemas, derribar modas… Esa búsqueda no se queda en el ámbito científico. Se amplía a la persona en toda su integridad. Por eso, la capacidad de formar a otros, propia de nuestros profesores, está directamente relacionada con nuestra capacidad de servir desde la universidad: es abierta, respetuosa, solidaria y acogedora, y depende fundamentalmente de la mejora de tres dimensiones:

Saber hacer para servir y formar a otros. Esto requiere preparación, estudio, conocimiento de lo que se quiere transmitir y de la persona y sus motivaciones para aprender. (…) No olvidemos que formamos personas, que transformarán el mundo con su actuar profesional y humano.

Saber hacer para servir y formar a otros. Esto requiere preparación, estudio, conocimiento de lo que se quiere transmitir y de la persona y sus motivaciones para aprender. No basta ser docto. Hace falta formarse en la acción pedagógica, buscar un conocimiento más profundo de uno mismo para potenciar los talentos y ponerlos al servicio de la sociedad. No olvidemos que formamos  personas, que transformarán el mundo con su actuar profesional y humano.

Una segunda dimensión nos lleva a valorar lo que se hace. Ver las cosas en su justa perspectiva y valorar, adecuadamente y con objetividad, las relaciones interpersonales. El criterio objetivo, la innovación y la espontaneidad son elementos fundamentales que deben dar lugar a relaciones humanas formativas, poniendo la mejora de la persona por encima de la norma. Esta mejora es el verdadero valor de nuestra labor. Si una norma o procedimiento impide ese proceso de mejora personal, hay que repensarla.

Amar lo que se hace es, definitivamente, la dimensión más importante para la capacidad de servir. Hay que querer servir y amar mientras servimos. Cuando las motivaciones son estrictamente intrínsecas (saber más para mejorar) o extrínsecas (si sé más puedo ganar más o el trabajo se hace más cómodo, etc.), aunque estas motivaciones sean perfectamente válidas, no son suficientes. Hace falta tener motivaciones en el plano trascendente. El gran legado y reto de un profesor universitario es la ampliación de la frontera del conocimiento, tener la admiración y el reconocimiento de sus pares y, sobre todo, la gratitud y cariño de todos sus alumnos que son, en parte, el reflejo o resultado de sus enseñanzas, de su formación.

Saber hacer, valorar lo que se hace, amar aquello que se hace… Acciones decisivas para crecer coherentemente como Universidad. En efecto, hoy, al iniciar el recorrido del último quinquenio para llegar a las Bodas de Oro, comprobamos que, en estos años andados, hemos crecido: desde aquel 7 de abril de 1969, contamos con más carreras, más profesores, más alumnos y graduados. Pero, no puedo dejar de preguntarme: ¿contamos con las condiciones ideales para desarrollar nuestra misión?

Es innegable lo mucho que se ha logrado en tan pocos años. La Universidad ha creado, en medio del desierto, un espacio único para su misión; sin embargo, aún nos quedan metas que debemos cumplir, y que, por tanto, exigen un crecimiento integral en el que la infraestructura sea un buen aliado.

En esa misión de buscar la verdad y comprometernos con ella, sabiendo y amando lo que hacemos, no podemos obviar ni la infraestructura ni las tareas principales del profesor universitario, resumidas en tres verbos claves: buscar, difundir y vivir la verdad.

En esa misión de buscar la verdad y comprometernos con ella, sabiendo y amando lo que hacemos, no podemos obviar ni la infraestructura ni las tareas principales del profesor universitario, resumidas en tres verbos claves: buscar, difundir y vivir la verdad.

Tradicionalmente –lo acabamos de oír– la institución universitaria ha sido el lugar del nacimiento de la cultura. Pero el cultivo de la verdad no se agota en su descubrimiento. Hay que transmitirla, de modo que vaya creándose un acervo de conocimientos que se traduzca en arte, instituciones, historia. Por ello, los diversos espacios de una universidad deben ser propicios para formar y transmitir esa sana inquietud por el saber y la cultura. Los nuevos tiempos que vivimos, y los que se aproximan, exigen que haya nuevos espacios para albergar a más alumnos que se beneficien con el desarrollo del conocimiento y de la excelencia académica que procuramos brindar a todos.

Por eso, quería anunciarles –queridos graduados, alumnos, profesores y amigos- que la Universidad ha asumido el reto de construir, durante este año 2015, la nueva sede de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales y de Ciencias de la Ingeniería, cuyas aulas albergarán también a muchos de los alumnos que llegan a Piura bajo el modelo de Beca 18. Se trata de un edificio de vanguardia, diseñado por excelentes arquitectos peruanos –Sandra Barclay y Jean Pierre Crousse- que han logrado un espacio armónico, que trasciende las propias aulas, para facilitar la relación profesor-alumno, mitigando las condiciones propias de nuestra querida tierra piurana: principalmente, el calor, las eventuales lluvias y el viento. Dios mediante, este edificio se estrenará en marzo de 2016. Será el primer hito de un crecimiento importante, en este lustro hacia el 2019.

Pero, sabemos que no es suficiente difundir la verdad. Desde sus inicios, nuestra labor se ha caracterizado por enseñar la coherencia de vida con valores inspirados en el cristianismo: la verdad no sólo se busca y se difunde, sino que, principalmente, se aprende a vivir. La Universidad, que siempre ha proporcionado los medios para crecer en valores, ve que ha llegado el momento de otra decisión audaz: la construcción de una capilla universitaria central, que pueda ser referente para esa coherencia de vida de toda la comunidad académica.

Quien haya pasado por la universidad sabe que las actividades que se realizan desde la Capellanía, contribuyen a esa formación. En ese sentido, la capilla será un espacio de reflexión, en el corazón de nuestro campus, que invitará al encuentro con Dios y con uno mismo, y que acogerá a las familias de nuestros estudiantes, amigos y trabajadores, en las celebraciones propias de la UDEP. No es un proyecto más, sino una iniciativa clave, pues en palabras de San Josemaría: “Una Universidad de la que la religión está ausente, es una Universidad incompleta: porque ignora una dimensión fundamental de la persona humana, que no excluye —sino que exige— las demás dimensiones”.

Este proyecto también será emblemático, no sólo por el espacio generoso que contará en el campus, sino por ser el primero realizado por los profesores de nuestra reciente carrera de Arquitectura.

Hay otro aspecto relevante de la vida universitaria al que quisiera referirme, y es que no sólo debemos difundir la verdad a través de la docencia, o enseñar a vivirla coherentemente, sino que, además, debemos fomentar entre nuestros docentes y alumnos el afán por dejar huella, o mejor aún “vestigio”, palabra implícita en una actividad de gran raigambre académica: la investigación.

Por eso, el proyecto emblemático de nuestras cercanas Bodas de Oro será, precisamente, una nueva sede para la Biblioteca, entendida sobre todo como un Learning Center, que facilitará nuevas metodologías de estudio, abierta también a otros investigadores de distintas universidades y a la ciudad de Piura.

En efecto, nuestros profesores y alumnos, así como nuestros graduados, que han crecido a la par que nuestros algarrobos, requieren de un lugar para desarrollar su saber, atendiendo a las nuevas formas de estudio, basadas en grupos de discusión y de trabajo; en conexiones con profesores de otras universidades, y con acceso a material de alta calidad científica vía Internet, etc. Por eso, el proyecto emblemático de nuestras cercanas Bodas de Oro será, precisamente, una nueva sede para la Biblioteca, entendida sobre todo como un Learning Center, que facilitará nuevas metodologías de estudio, abierta también a otros investigadores de distintas universidades y a la ciudad de Piura.

Este proyecto está siendo desarrollado con el asesoramiento de expertos en arquitectura de Bibliotecas y se ha encargado también al estudio Barclay & Crousse. Los primeros avances que nos han proporcionado, nos hacen reafirmar nuestra decisión de contar con ellos.

Tanto el proyecto de la Capilla como el de la nueva Biblioteca representan el primer gran reto de la naciente oficina de Relaciones Institucionales y Proyectos Estratégicos, que se ha propuesto financiarlos, gracias a la colaboración de muchas personas e instituciones que comparten nuestra misión.

Nuestro campus, después de casi 50 años y sin desestimar los anteriores edificios, se renovará con infraestructura inteligente, ecológica y de gran calidad arquitectónica. Ofreceremos a la ciudad y a la región de Piura nuevos espacios para albergar actividades culturales, académicas y religiosas. Estamos firmemente convencidos de que estos proyectos no sólo serán emblemáticos para nuestra comunidad universitaria sino también para toda la región y el país.

Estos son nuestros sueños para los siguientes años y queremos que Uds. sueñen con nosotros para poder compartir la alegría de verlos hechos realidad. En ellos se plasman ideas centrales de nuestro ideario: el papel central de la razón, con toda la luz que le proporcionan la experiencia y los logros científicos anteriores; y el de la fe, que alumbra la verdad humana y le proporciona los medios para asegurar una coherencia de vida, tan necesaria hoy en día.

Una última digresión o aplicación de lo anterior. Nuestra universidad no ha claudicado ante la tentación de eliminar a Dios de nuestros planes de estudio y menos aún de nuestra vida. Ese intento lo llevó a cabo Nietzsche proclamando, en una conocida frase suya, la “muerte de Dios”. Pero quizá sea menos conocida otra frase famosa de un discípulo suyo que entendió muy bien a su maestro: a la muerte de Dios, sigue necesariamente “la muerte del hombre”.

En nuestra Universidad, por el contrario, queremos que se materialice esa apuesta por la vida del hombre, por su dignidad, por su valor absoluto, poniendo a Dios en el horizonte, en el sitio que le corresponde: es decir, no en la cadena experimental de un proyecto científico, sino en la vida – en la mente, en el corazón- del científico que lo realice.

En esta línea, la Universidad no permanece ajena a temas cruciales que afectan a la sociedad en su núcleo, como el debate en torno a la familia. La sociedad está en crisis porque la familia lo está. Pero mientras muchos denuncian signos de descomposición social como la violencia y la corrupción, algunos se empeñan en buscar soluciones que, más que resolver, agravan la situación. ¿No será que hemos descuidado la familia, célula vital de la sociedad, dejando que enferme y que ya no vivifique las vidas de sus miembros? ¿No será que debemos apoyar el gran reto de recuperar su autenticidad, su definición primigenia y reconstruirla para que vivifique y restablezca la paz, primero entre sus miembros y luego en la sociedad? Modos hay muchos, pero también desde la universidad podemos y debemos ayudar a descubrirlos.

Queremos que se materialice esa apuesta por la vida del hombre, por su dignidad, por su valor absoluto, poniendo a Dios en el horizonte, en el sitio que le corresponde: es decir, no en la cadena experimental de un proyecto científico, sino en la vida – en la mente, en el corazón- del científico que lo realice.

Desde el Instituto de Ciencias para la Familia, que acaba de cumplir 10 años, se están realizando investigaciones de impacto para demostrar, con datos, la influencia del contexto familiar en la maduración de los adolescentes. Así como estos estudios, desde las demás facultades (pienso no sólo en Derecho, Humanidades o Educación, sino también en Empresas, Ingeniería, Comunicación o Arquitectura), debemos empeñarnos en recuperar el valor de la unidad familiar y de la vida humana en todos sus momentos y circunstancias… Sólo cuando en el seno de la familia se aprende y enseñe el respeto al otro, sean cuales fueren sus déficits y hándicaps, habrá respeto entre sus miembros y, por ende, también en la sociedad.

Una mirada retrospectiva nos permite encontrar estas mismas preocupaciones en los primeros profesores que llegaron a la Universidad para emprender esta aventura académica que hoy vemos hecha realidad. Gracias a este pasado seguimos mirando el futuro con optimismo, con pasión, con inmensa esperanza. Esta visión es la que nos alentó a asumir nuestro Gran Canciller en su última visita en 2010: hemos de llegar a ser “una Universidad de trascendencia mundial”, nos dijo.

Queridos graduados, es mi deseo que, en el mundo competitivo que enfrentarán, hagan suyas estas palabras: saber, valorar y amar lo que hacen. Les deseo mucho éxito en su camino. Los felicito nuevamente por el grado obtenido y los invito a seguir formando parte de la familia UDEP, a través de Alumni, la oficina de graduados, y a ver en este campus o el de Lima, a su alma mater. Los animo, sobre todo, a no cesar nunca en esa búsqueda de la verdad, para vivirla con coherencia.

Finalmente, quiero aprovechar este momento, de especial relevancia académica, para saludar a todos los miembros de la Facultad de Derecho que cumple 25 años de vida académica; y a la Cámara de Comercio de Piura que mañana cumplirá 124 años

¡Felicitaciones a todos!

Declaro inaugurado el año Académico 2015.

¡Muchas gracias!

 

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