Por Francisco Bobadilla Rodríguez

Por Julio Talledo. 18 octubre, 2011.

Mientras que en muchas ciudades del mundo se llevaban a cabo las concentraciones de protesta de los llamados “indignados”, con un considerable saldo de heridos, detenidos y bombas lacrimógenas; aquí en Piura, por contraste, el mismo día –sábado 15 de octubre- hemos tenido la tradicional inauguración de las olimpíadas Ramón Mugica de la Universidad de Piura. Un espectáculo deportivo en el que se mezclan pasión, fuerza, belleza y buen gusto. Una fiesta protagonizada por jóvenes de principio a fin, apenas cuatro horas de espectáculo, que a muchísimos de ellos les ha supuesto decenas de horas en entrenamiento, gestiones y preparativos. Una juventud emprendedora dispuesta a llevar sobre sus hombros el futuro de nuestro país.

La fiesta deportiva empezó con el desfile de los carros alegóricos. Me aprestaba a tomar posición para mirarlos pasar y me encontré por el camino con “la duquesa de Leonardo da Vinci”, llegaba algo retrasada a su carro, pedía socorro para llegar a su puesto. Unos pocos metros más apareció un carro mostrando el encuentro de dos mundos, el Perú mestizo. El camión venía flanqueado por una amazona que sabía guiar al caballo con la elegancia de José Antonio. Sin embargo, lo que atrajo mi atención fue el carro que escenificaba Alicia en el País de las Maravillas. Delante, cuatro chicas a pie con disfraz vistoso y elegante de naipes. En el carro, una Alicia de cuento muy bien lograda, convincente. Me acordé de la película y descubrí al “sombrerero loco”, la reina blanca, la reina de corazones. Personajes muy bien conseguidos, los mejores que he visto hasta la fecha, sólo faltaba Tim Burton para que diga “acción” al momento de iniciarse el baile.

Los alumnos y el público tomaron sus lugares. El coliseo abarrotado de gente. El grupo orquestal interpretaba piezas musicales que animaban y caldeaban aún más el ambiente, mientras cada grupo tomaba su posición. Empezó el concurso de las coreografías. Ingenio, creatividad, elegancia, fuerza y belleza. Trajes de colores hechos para la ocasión. Me resultaba difícil reconocer a mis alumnos y alumnas ataviados y maquillados para el baile. Predominó la propuesta cultural, bailes temáticos, plasticidad de movimientos y mensajes visuales, cuerpos y sonidos acompasados. Gracia y agilidad propia de los veinte años. Me gustó la puesta en escena de Empresas. Un grupo inicial de collas andinas y un final de jota aragonesa, vistoso y alegre. La propuesta de Ingeniería fue novedosa, pero resultó demasiado abstracta: a Leonardo no le quedó redondo el juego visual de los elementos. El baile de Alicia, de Comunicación, no obstante tener los personajes muy bien logrados, no dio con la combinación adecuada de movimientos.

Llegó el turno de las barras. Barras vigorosas, vistosas, pero en ningún momento “bravas”. El nivel que se ha conseguido es muy alto. No se premia al que grita más. Es casi una propuesta coral, mezcla de arengas, desplazamientos medidos de los barristas, colores, música. Detrás de una barra hay un director de orquesta: ¡felicitaciones! Me asombraron las barras de Ingeniería y la de Empresas. Y de las dos, la de Ingeniería fue un espectáculo “premiun”. Nunca he disfrutado tanto el ruido atronador de una barra como ahora. Había pasión, pero era medida; había fuerza, pero estaba contenida; había competencia, pero se respetaba al rival; había espíritu de grupo, pero cada uno se sabía por encima de todo particularismo, un alumno udepino.

Quedan por delante, las fechas para la disputa en cada disciplina. Competencias reñidas, juego fuerte cuando corresponda, espíritu de competencia y deportivo, siempre; nunca, violencia.

Docente.

Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales.

Universidad de Piura.

Artículo publicado en el diario El Tiempo, martes 18 de octubre de 2011.

 

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