10

Sep

2012

El empresariado y la solidez fiscal

En economía, más importante que cualquier cifra, es lo que está detrás de la misma. Es por ello que en el frente fiscal no basta con apreciar resultados superavitarios para identificarlos como resultado de un manejo técnico y disciplinado de las cuentas del Estado. En algunos casos, como veremos, puede ser resultado de eventos ajenos […]

Por Juan José Marthans. 10 septiembre, 2012.

En economía, más importante que cualquier cifra, es lo que está detrás de la misma. Es por ello que en el frente fiscal no basta con apreciar resultados superavitarios para identificarlos como resultado de un manejo técnico y disciplinado de las cuentas del Estado. En algunos casos, como veremos, puede ser resultado de eventos ajenos a nuestra labor, amplificados por la ineficiencia del estado para gastar.

El inicio del presente siglo marcó casi una década de crecientes niveles en los precios internacionales de los commodities mineros que exportamos. Ese hecho llevó a que  los niveles de recaudación por el lado del impuesto a la renta asumido por las empresas, se incrementara anualmente en casi tres puntos porcentuales del PBI. Nuestro país llegó a recaudar de manera no prevista y no por merito propio más de US 4,500 millones anuales.

Luego, a partir de la primera manifestación de la crisis internacional de septiembre del 2008, la caída importante de ese entonces en los precios de los minerales llevó no solo a una desaceleración tremenda del nivel de actividad económica sino también afectó el nivel de recaudación. Lo más penoso es que – en ese contexto – tuvimos un Estado que intentaba en vano aplicar medidas expansivas en su gasto sin el éxito esperado.

En resumen, hemos disfrutado de una ampliación de recaudación de naturaleza exógena a las decisiones de política fiscal y una dinámica de gasto contraciclico cargada de ineficiencia en el accionar del estado. Esos dos elementos posibilitaron la explicación de nuestra robustez fiscal.

Hoy, nuevamente  nuestra posición fiscal es consistente con precios internacionales que se han recuperado. Poco se ha hecho para ampliar la base de contribuyentes, para incorporar al gran segmento informal, para optimizar el nivel del IGV, para reformar al estado, darle mayor autonomía a sus instituciones y poner apunto el sistema de evaluación de las inversiones públicas.

¿Qué lecciones debe recoger el empresariado de esto?

Primero, reconocer que sin el incremento de los precios de los commodities mineros no hubiéramos logrado recomponer fácilmente nuestras cuentas fiscales. Los superávits apreciados no tuvieron un origen ligado a la conducción de las cuentas fiscales. Poco es lo que han hecho el Ministerio de Economía para llevarse ese mérito.

Segundo, nuestro frente fiscal es aún sumamente dependiente del frente externo. Si cayera nuevamente el precio de los metales, como ya se empieza a observar, nuestras cuentas fiscales se verán nuevamente dañadas. No se ha hecho lo suficiente para generar un ingreso fiscal algo más independiente de los vaivenes del frente externo.

Tercero, lo único que podría compensar esto es que el precio internacional del oro. Al incrementarse dada su naturaleza de bien “refugio, podría en parte amortiguar daños sobre la recaudación del fisco.

Cuarto, es necesario establecer una regla estructural clara en materia fiscal. No se puede generar gasto corriente permanente en el frente público a partir de ingresos no sostenibles en el largo plazo.  Es importante que el estado ahorre con reglas claras y merito propio – no como ahora – en el tramo expansivo del ciclo económico, para así disponer de recursos apropiados para amortiguar la menor inversión y consumo privados en el tramo depresivo del ciclo. Solo así lograremos que el PBI sea mucho menos volátil y más predecible. Eso favorecería tremendamente el proceso de toma de decisiones empresariales.

Quinto, los últimos diez años han trascurrido intentando aplicar un presupuesto por resultados. Eso no es más que pura frase. Fe de ello la pueden dar los pobladores de la ciudad de Pisco o los familiares de los infantes muertos por el frío cada año en Puno.

Habiendo dinero por factores ajenos al desempeño de cualquier gobierno en particular, la incompetencia y la corrupción han limitado la capacidad de acción de nuestro Estado. No podemos llamar a eso robustez fiscal.

Docente.

PAD Escuela de Dirección.

Universidad de Piura.

Publicado en el diario Gestión, viernes 7 de setiembre de 2012.

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