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Ene

2012

¿El tren de la amistad?: Un tren que no lleva ni llega a ninguna parte

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Por Rosario de la Fuente y Hontañón

Por Julio Talledo. 11 enero, 2012.

Hace unos días leíamos en esta misma tribuna unas reflexiones acerca del imperante modo de divertirse que tienen algunos jóvenes piuranos: ingesta de licor en grifos, con música estridente a todo volumen, unido al consumo de la droga, sexo esporádico…etc.

De nuevo quisiera volver sobre el tema con ocasión de unos recientes avisos publicitarios, que llamaron mi atención y que pude constatar en la realidad, de una reconocida marca de cerveza que animaba a los jóvenes a “subirse al tren de la amistad” (se trataba de un camión- colocado frente a un grifo- con una música estrepitosa  y un volumen exagerado) con la finalidad de beber, bailar, desde las 4 de la tarde hasta altas horas de la madrugada, con el consiguiente malestar del vecindario, y el peligro expuesto a peleas o accidentes de estos jóvenes beodos. En otra fecha cercana, el mismo aviso tenía como meta la ciudad de Talara, en este caso el camión estaría no ya en un grifo, sino en la misma Plaza de Armas de la ciudad, con el mismo horario.

La diversión de los jóvenes es algo que preocupa a los padres, a las familias, a la sociedad misma. En un reciente estudio de Pilar Guembe y Carlos Goñi, expertos en temas de ocio en los jóvenes, destacan el atractivo que tiene la noche y el alcohol para los jóvenes: “la noche se les presenta como espacio para la experimentación. Les atrae porque diluye los límites y relaja las responsabilidades. En las salidas nocturnas no hay control de los padres, no hay que dar cuenta de lo que se hace, todo está permitido. Los defectos se difuminan, se aparcan los deberes y se puede ser lo que no se es durante el día. La noche les permite bailar, beber, desinhibirse, probar nuevas experiencias, ser otros durante unas horas, relacionarse sin poner en juego nada más que la epidermis… Los tímidos se vuelven osados; los rechazados se sienten queridos; los solitarios, acompañados; los menos agraciados se ven guapos; los inseguros cobran seguridad; los antipáticos parecen simpáticos; los inocentes pierden la inocencia”.

Los datos que nos ofrece un estudio de la FAD (Fundación española de Ayuda a la Drogadicción) son elocuentes: “Casi siete de cada diez dicen haberse emborrachado en el último año (el 32% entre cuatro y veinte veces y un 18,8% casi todos los fines de semana). Más del 45% viajó con alguien que había bebido o tomado drogas (13,4% con frecuencia media y casi el 2,5% de forma habitual). Un 31,4% se vio envuelto en peleas (7,4% con cierta frecuencia y 1,5% habitualmente). Más del 25% tuvo relaciones sexuales sin preservativo (7,2% hasta veinte veces y 2,0% todos los fines de semana). Un 13% condujo bebido (3,9% con frecuencia intermedia y 1,7% con gran frecuencia). Un 11,3% provocó peleas (1,5% con cierta frecuencia y 1,9% habitualmente). Y un 6,8% de jóvenes condujo habiendo consumido drogas (1,8% con frecuencia media y 2,2% casi todos los fines de semana)”.

Estos datos son preocupantes, y los padres tienen una gran responsabilidad en la formación de los hijos, no es suficiente con poner el grito en el cielo. También los empresarios –en este caso, el sector cervecero-, tiene una grave responsabilidad. Me parece que el “tren de la amistad, auténtica cerveza, auténtica amistad” no lleva ni llega a ninguna parte. Los jóvenes se suben a este peligroso viaje de exploración porque no tienen otra cosa que hacer. Debemos plantear otras alternativas de diversión, para que nuestra juventud pueda subirse a un tren que les lleve y llegue a buen puerto.

Docente.

Facultad de Derecho.

Universidad de Piura.

Artículo publicado en el diario El Tiempo, lunes 26 de diciembre de 2012.

 

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