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Michael J. Wallace, en su libro Action Research for Language Teachers, sostiene que una de las formas más efectivas de solucionar problemas profesionales, de continuar mejorando y desarrollándose como profesor es a través de la reflexión constante sobre nuestra práctica profesional. Para ser un profesor efectivo hay que mirar dentro y fuera de nuestro trabajo […]

Por Jaime Ancajima. 15 abril, 2013.

Michael J. Wallace, en su libro Action Research for Language Teachers, sostiene que una de las formas más efectivas de solucionar problemas profesionales, de continuar mejorando y desarrollándose como profesor es a través de la reflexión constante sobre nuestra práctica profesional. Para ser un profesor efectivo hay que mirar dentro y fuera de nuestro trabajo diario; atender los distintos puntos de vista, las nuevas perspectivas sobre la enseñanza y poner atención a nuestras actitudes, creencias, presunciones, estándares y valores.

La investigación-acción es una de las herramientas que tenemos, en el campo de la educación, para obtener valiosa información sobre nuestra práctica educativa y resolver muchos problemas que se dan en el aula. Esta es iniciada por el profesor y busca incrementar su comprensión del proceso de enseñanza-aprendizaje, a través del recojo sistemático y análisis de data, para lograr un cambio positivo.

Este proceso tiene 5 pasos principales: Identificar un problema en el aula; revisar bibliografía sobre el tema para formular una pregunta que lleve a buscarle una solución; escoger un método para recabar información; recoger, analizar e interpretar la información obtenida; y desarrollar, implementar y monitorear un plan de acción por un determinado tiempo.

Se pueden investigar, entre otros temas,: el manejo de clase, uso apropiado de materiales, disciplina, logros y motivación, tareas, dinámicas de interacción, trabajos en grupos, políticas y técnicas de evaluación, relaciones interpersonales, entre otros.

En cuanto a los instrumentos a usar, para recabar la información, están: diarios, planes de clase y acciones realizadas, encuestas y cuestionarios, grabaciones de audio y de video de las clases; observaciones de estas, e inclusive transcripciones y/o descripciones de las formas de enseñar del profesor y de las reacciones de los alumnos.

Luego viene el análisis y reflexión sobre la información obtenida para tomar una decisión;  identificar y comparar los datos para interpretar los resultados. Finalmente, el desarrollo, implementación y monitoreo de un plan de acción. Aquí el profesor reflexiona para decidir qué acción tomar y monitorea los efectos de esa acción y, si es posible, redefine el problema. El resultado de esta reflexión involucra algún cambio en la práctica de la enseñanza monitoreada.

Como profesionales de la Educación, la mayoría de profesores debemos aceptar que nuestra pericia debería progresivamente desarrollarse a medida que ejercemos nuestra carrera. La investigación-acción es una estrategia particular para acelerar y promover esta clase de desarrollo, en especial en la enseñanza de un idioma.

Michael Wallace sostiene que “el valor que le es dado a la “experiencia” en la mayoría de descripciones de trabajos muestra que la expectativa de mejora después de un tiempo de práctica es cierta, no solo de las profesiones, sino también de otra gran cantidad de empleos. Sin embargo, en algunos trabajos, la expectativa puede ser que el proceso de desarrollo profesional que se estabiliza después de que un adecuado nivel de competencia es alcanzado.” Los profesionales que trabajan en el área de la educación pueden tener expectativas más exigentes de ellos mismos y de sus colegas  ya que en su caso el proceso de desarrollo profesional debe ser continuo y constante.

Para el investigador en educación, J. Ruddock J., “el no examinar la propia práctica educativa es una irresponsabilidad, en cambio el monitorear nuestro propio trabajo y reflexionar sobre los resultados obtenidos son un acto de responsabilidad”. Los profesionales que nos dedicamos a la delicada tarea de educar en colegios, institutos superiores y universidades debemos tomar conciencia de la importancia de revisar y reflexionar sobre nuestra práctica educativa, para poder transformar los problemas de clase en experiencias positivas.

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