22

Abr

2013

Nuestros niños frente al televisor

Los niños peruanos son el segmento más vulnerable a los mensajes televisivos que desbordan, cada vez más, falta de criterio.

Por Francisco Arbaiza. 22 abril, 2013.

En un contexto de inseguridad social, en un país donde no todos tienen acceso a la educación y donde –indistintamente a los sectores sociales–  la mayoría de los niños pasan varias horas al día frente al televisor, cabría preguntarse ¿Qué ven cuando están frente al televisor? ¿Cuáles son los mensajes que este medio transmite? Y, sobre todo, ¿qué es lo que pueden aprender de lo que ven?

Querámoslo o no, la televisión modifica el ambiente introduciendo a su público en el conocimiento de distintas culturas, a la vez que presenta comportamientos, valores e ideas del propio sistema social que más tarde serán asimilados y asumidos por los espectadores para su propia integración en el entorno social. No por nada la televisión ha sido considerada desde hace décadas el medio de comunicación de mayor fuerza socializadora. Su gran influencia, así como su consumo masivo, demanda que consideremos la importancia de revisar sus efectos e influencias. Esto se hace más imperativo hoy, en que la opinión pública insiste en señalar a muchos programas como “televisión basura”, consecuencia de una programación que ha ido cediendo arriesgadamente su permisividad, quebrantando sus propias reglas y degradándose en aras de impactos cada vez más perversos.

Si bien hay un gran margen de adultos en libertad de juicio y con claridad en crítica que eligen –y prefieren– la programación tal cuál está –eso indica el rating, las encuestas, y el boca a boca– es fundamental que nos enfoquemos en aquellos sectores más vulnerables, como el público infantil, que es expuesto gratuitamente a mensajes inadecuados que muchas veces percibe y asimila inconscientemente.

Es evidente que existen programas con una desbordante falta de criterio en los contenidos que dirigen a su numeroso público, entre los que se encuentran niños, probablemente el segmento más vulnerable a sus mensajes, dada su incompleta formación ideológica, cultural, social, y de valores. Teniendo en cuenta que los más pequeños realizan sus primeros aprendizajes a través de la observación, experimentación e imitación, la televisión puede actuar como instrumento que mediatiza e interpreta la realidad –su realidad–, ofreciéndoles distorsionados y atractivos “modelos de realización” y presentando un discutible “reflejo” de su entorno social.

Son muchos los autores que han teorizado al respecto y numerosas las investigaciones que aportan importantes fuentes de conocimiento sobre el tema. Las conclusiones suelen ser diversas, incluso enfrentadas. Sin embargo, en lo que parece existir consenso es en que la televisión puede ofrecer experiencias enriquecedoras, mostrando estereotipos positivos, como también puede mostrar modelos antisociales que un niño puede asimilar. Nada escapa de la atención de los niños, y aunque la imitación no es su único mecanismo de aprendizaje, es el primero y sienta las bases de su aprendizaje futuro.

En el Perú existe una franja horaria de protección al menor –entre las seis de la mañana y las diez de la noche– que tendría que ser respetada y exigida por todos los agentes en juego: medios de comunicación, organismos reguladores, comunicadores, líderes de opinión, padres de familia y, principalmente, los anunciantes. Las abundantes inversiones en extensas pautas publicitarias constituyen el principal sostén de dichos programas televisivos. Los anunciantes pagan –y mucho– para que sus marcas sean promocionadas en plataformas que en otros contextos suelen tildar de “inconvenientes”. Para el resto de nosotros, gran desafío está en hallar la manera de ir más allá del marco académico y de la denuncia demagógica y hacer de verdad algo al respecto.

ninos_televisor

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