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2013

¿Por qué es importante revalorar el sombrero y cómo surge este accesorio? La profesora Diana Aguirre, de la Licenciatura en Historia y Gestión Cultural, da algunas respuestas en su libro: ‘El sombrero de paja de Catacaos: tejiendo su historia’.

Por Cesar Flores Córdova. 05 junio, 2013.

sombrero_paja_catacaos

Foto: Desyree Valdiviezo

Es un accesorio tan peculiar pero, hasta hace poco, muy olvidado. Rubén Blades ‘contaba’ que un tal Pedro Navaja lo usaba de “medio lao” –aunque no era un sombrero de los nuestros, sí era un sombrero–. Por estos lares, Humberto ‘El Charro’ Requena lo usa desde que “estaba chiquito” y ni que decir de cómo lo lucen los danzantes de marinera y tondero, o el majestuoso chalán norteño.

¿Por qué es importante revalorar el sombrero y cómo surge este accesorio? La profesora Diana Aguirre, de la Licenciatura en Historia y Gestión Cultural de la UDEP, da algunas respuestas en su libro: ‘El sombrero de paja de Catacaos: tejiendo su historia’, publicado por el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur).

Cuenta que la del tejido del sombrero de Catacaos es “la historia de un arte manual practicado por los cataquenses desde hace mucho tiempo”. Afirma que no hay una fecha exacta del nacimiento de este arte pero, “en el siglo XVIII, en Catacaos, ya se registra la práctica de esta actividad artesanal que poco a poco se va perfeccionando”.

Al principio, eran de junco; luego, de paja toquilla o blanca, materia prima traída inicialmente de las costas ecuatorianas y, después, de la selva peruana, donde se le conoce como Bombonaje. La autora dice que de a pocos se fue mejorando el tejido. Según la tradición, el testimonio de viajeros y escritos de investigadores existieron sombreros de varias calidades: grueso, entrefino y fino. Este último fue signo de elegancia y distinción: “era tan fino que podía guardarse en el bolsillo sin perder la forma”.

La investigadora indica que es a finales del siglo XIX cuando Catacaos se convierte en el eje comercial sombrerero del Perú: “Para consolidarse, los comerciantes exigían a los tejedores los sombreros de mejor calidad. Principalmente para la venta en el exterior”. Hoy, “el tejido fino casi ha desaparecido”.

Tejiendo la investigación

La pérdida de la técnica del tejido fino de sombrero de paja en Catacaos y los problemas de su comercialización, ocasionados por la competencia de otros sombreros procedentes de Ecuador y Cajamarca, motivaron a la docente a investigar sobre el verdadero valor de su confección. Había muy poca referencias bibliográficas del tema en Perú, pero el reto estaba planteado.

Explica que, además de la investigación histórica, contactaron a las asociaciones de artesanas, quienes ayudaron a identificar a los artífices de este famoso tejido. En los primeros pasos, encontró a Rosa y Aurelia Chero, últimas descendientes de una familia de tejedores finos, lamentablemente fallecidas en el 2008. Ese dato la llevó a encontrar a otras tejedoras y algunos pocos tejedores quienes le mostraron su ancestral trabajo y fuente de ingreso para el sustento familiar.

El estudio iniciado el 2006 se centra en el distrito de Catacaos y “menciona las principales características del estilo de otros conglomerados sombrereros del norte del Perú como Rioja, Eten, Monsefú, Bambamarca, Celendín y Huamachuco”. El estudio también permite asegurar que los tejedores cataquenses fueron diestros actores de esa técnica que hasta permite designar un estilo singular que se expresa en su proceso, en los tipos de sombreros, la postura del tejido y los vocablos propios que utilizan durante su actividad.

Sombrero de paja toquilla

Perdiendo el hilo conductor

A pesar de la riqueza cultural de este trabajo, la investigadora afirma que las nuevas generaciones, ya no quieren seguir tejiendo porque tienen otras opciones laborales: “la transmisión de la técnica está en peligro de desaparecer y más aún el tejido fino porque la demanda de este producto es menor y los precios en el mercado no compensan el minucioso trabajo de un mes, que se requiere. Los jóvenes prefieren tejer otros artículos de paja de mayor demanda en el mercado como carteras y jarrores”.

La profesora Aguirre reconoce que ha aumentado la conciencia sobre la necesidad de usar tocados para protegerse de la radiación solar, pero ese cambio no ha incrementado la venta  de los de paja: “el sombrero de Catacaos es un bien cultural que merece ser reconocido como patrimonio y ser objeto de unas medidas urgentes de salvaguardia como impulsar la reactivación de su uso. Hace falta un buen programa de promoción de este producto con miras a posicionarlo en el mercado nacional e internacional. No hay que olvidar que detrás de cada sombrero hay una familia; principalmente mujeres que mantiene la tradición para sustentar sus hogares. Lo más importante en un patrimonio inmaterial son las personas poseedoras de la técnica”.

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