En Piura, el ruido en las calles producido por el claxon de los vehículos es una fuente alarmante de contaminación acústica, una agresión diaria, cotidiana, casi permanente para todos los que vivimos en esta ciudad. El claxon se usa para apurar a los vehículos que circulan adelante. Apenas el semáforo indica verde, los vehículos detrás […]

Por Jorge Timaná. 23 julio, 2014.

En Piura, el ruido en las calles producido por el claxon de los vehículos es una fuente alarmante de contaminación acústica, una agresión diaria, cotidiana, casi permanente para todos los que vivimos en esta ciudad. El claxon se usa para apurar a los vehículos que circulan adelante. Apenas el semáforo indica verde, los vehículos detrás del primero tocan claxon casi por instinto. Normalmente, al recibir la indicación del verde, un conductor que está en la línea de parada necesitará un instante para acelerar y reiniciar la marcha. No hay razón para “apurarlo” tocando el claxon insistentemente.

Se apura también a los peatones cuando estos cruzan, aun estando en su derecho de paso. Los peatones deben correr para cruzar sin ser atropellados. Si nos detenemos para permitir el paso de peatones en una intersección congestionada pero sin semáforo, como en el óvalo Grau por ejemplo, al instante tendremos el concierto de claxon de los que vienen detrás, apurándonos el paso.

En el tráfico congestionado, los vehículos avanzan y se detienen, moviéndose lentamente. En intersecciones complicadas, con problemas de diseño y de control como en Cáceres con Ramón Mugica, los giros a la izquierda generar un nudo y la detención total del tráfico. Para apurar, se toca claxon insistentemente como si el ruido estridente fuera una forma de disipar la congestión. Puede que se toque el claxon por frustración y estrés, sobre todo si vamos apurados. En realidad, lo único que hacemos es contribuir más con el caos, el desorden, el ruido que nos agrede constantemente.

En el centro de la ciudad, los vehículos circulan sin detenerse tocando claxon al aproximarse a cada intersección. Sabiendo que las intersecciones son complicadas, cerradas y sin visibilidad, el tocar claxon no advierte nada, porque lo usamos sin sentido. En esos casos, solo bastaría detenerse un instante, mirar y avanzar con seguridad. Los taxistas también se suman al abuso del claxon en su afán por llamar clientes. Si una persona necesita un taxi, lo llamará levantando la mano. No es necesario tocar el claxon a todo aquel parado en la calle que quizás solo intente cruzar.
El artículo 98° de reglamento de tránsito indica: “El conductor sólo debe utilizar la bocina del vehículo que conduce para evitar situaciones peligrosas y no para llamar la atención de forma innecesaria. El conductor no debe causar molestias o inconvenientes a otras personas con el ruido de la bocina…”. En Piura, se hace exactamente lo que está prohibido: usar el claxon para llamar la atención en forma innecesaria y causar molestias e inconvenientes a otras personas.

Situaciones peligrosas se dan cuando se advierte la imprudencia de un peatón que cruza intempestivamente, por cualquier lado o de un vehículo que retrocede sin darse cuenta de la presencia de otros. También para advertir a aquellos que realizan una maniobra temeraria.

Con el abuso del claxon nos esta pasando como en la fábula del pastor y el lobo: el mal uso de la advertencia hace inútil su objetivo ante una emergencia real. Pensando en el orden, la tranquilidad y la seguridad, tengámoslo en cuenta.

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