17

Jul

2014

Rafael Zavala, profesor del diplomado en Gestión del Talento Humano señala que la principal razón de renuncia de los empleados es la mala relación con sus jefes y no el sueldo.

Por Fabiola Bereche. 17 julio, 2014.

ejecutivo

Diferentes temperamentos, estilos de mando inadecuados, malos tratos, etc. Las causas de una mala relación entre el jefe y sus subordinados pueden ser muchas. Rafael Zavala, gerente general de Laborum y profesor visitante del diplomado en Gestión de Talento Humano de la UDEP, explica que el primer recurso ante una relación laboral deteriorada es el diálogo.

“Hoy se habla mucho de coaching. Esto significa estar cerca de la gente. Si la relación es débil, dependiendo de las causas, se debe tratar de fortalecer el vínculo. Ambas partes deberían reconocer sus errores, pedir disculpas y proponer un cambio. Si la situación no mejora después de este diálogo, ya se tomarán otras acciones”, comenta el especialista.

Y señala que, antes de optar por el cambio de trabajo, tanto el jefe como el subordinado deben evaluar el impacto que su mala relación tienen el clima laboral que incluye a otros colaboradores. Si los demás trabajadores se ven desanimados por la situación, lo mejor será dejar ir al profesional, aunque tenga un buen rendimiento.

“Hay quienes proponen un cambio de área o departamento dentro de la misma empresa para cambiar de jefe, pero eso dependerá del perfil del profesional. Si el trabajador puede desempeñarse en otra área, podría cambiarse. Si no, tendría que cambiar de empresa. De hecho, la principal causa de renuncia de los empleados es el jefe y no el sueldo”, anota.

Rafael Zavala, profesor visitante de UDEP.

Rafael Zavala, profesor visitante de UDEP.

La posición del jefe
Zavala apunta que un buen directivo busca conocer a sus subordinados, pues solo así podrá motivarlos y mantener una buena relación. Y si el jefe es nuevo en la oficina, deberá invertir más tiempo en conocer qué aman sus trabajadores, qué detestan, qué hacen los fines de semana, entre otros aspectos de su vida, con el fin de motivarlos de la forma más personalizada posible y mejorar su rendimiento en la empresa.

Asimismo, para evitar malas relaciones con un jefe nuevo, Zavala recomienda apostar por la transparencia: especificar claramente las nuevas reglas de juego para evitar percepciones de falta de mando o confusiones ante los objetivos.

“Si bien el jefe no llega para hacer amigos, tiene que ganarse a su gente. Algunos no lo entienden y trabajan con el concepto de capataz. Esa es la peor forma de empezar una relación. Lo ideal es encontrar el equilibrio entre exigencia y flexibilidad. Hay que conocer para motivar y motivar para exigir y, a la vez, hay que dar libertad, porque las personas necesitamos autonomía”, detalla.

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