11

Ago

2014

Por una reforma a la regionalización

En plena campaña electoral es generalizado el descontento ciudadano por el estado de sus regiones y autoridades. Piura no es la excepción. Sin embargo, debemos tener presente que todo proceso descentralizador es lento por naturaleza y no podemos desanimarnos, todavía estamos comenzando. Como todo modelo de descentralización se necesita tiempo para hacerlo madurar y en […]

Por Carlos Hakansson. 11 agosto, 2014.

En plena campaña electoral es generalizado el descontento ciudadano por el estado de sus regiones y autoridades. Piura no es la excepción. Sin embargo, debemos tener presente que todo proceso descentralizador es lento por naturaleza y no podemos desanimarnos, todavía estamos comenzando. Como todo modelo de descentralización se necesita tiempo para hacerlo madurar y en el camino iremos encontrando obstáculos que deberemos sortear con verdaderos reflejos y aplomo. Se trata promover una corriente de opinión ciudadana que sirva para ponernos a reflexionar en torno a este tema y que pueda ser recogida por el gobierno central; de lo contrario será un tema a reclamar en las próximas elecciones generales. Debemos comenzar rescatando todo lo positivo y evaluar la aplicación de reformas que reconduzcan el proceso de regionalización por la senda del Estado de Derecho.

En la actualidad se están proponiendo enmiendas orientadas a impedir la reelección inmediata de los presidentes regionales, lo cual llevaría a aumentar el mandato a cinco o seis años, pero también se hace necesario el contrapeso de una oposición política que fiscalice en representación de los ciudadanos de cada región; lo cual se traduce en una asamblea que, a no dudar, no gozaría del auspicio ciudadano para implementarla en una futura reforma.

Lo cierto es que han transcurrido doce años y es momento de realizar una evaluación a nuestro modelo de separación territorial del ejercicio del poder, conocer sus aciertos y desaciertos, un momento de autocrítica y enmiendas profundas que lo encarrilen. La primera reflexión es que hasta la fecha no tenemos una región modelo en el país. A lo mejor unas funcionan menos mal que otras, pero eso no es un aliciente. Tampoco podemos medir el éxito de una región por el número de centro comerciales que tiene en la ciudad sino, fundamentalmente, si está atendiendo las evidentes necesidades de infraestructura para poder seguir creciendo como región; mejores colegios, atención hospitalaria, seguridad ciudadana, inversión extranjera, fomento al empleo y un plan de desarrollo para los próximos cincuenta años.

Los procesos de descentralización atraviesan duras pruebas. Los estadounidenses tuvieron una guerra civil para preservar su unión federal, los españoles todavía no terminan de consolidar sus comunidades autónomas en franca armonía con su Constitución, y el todavía joven regionalismo peruano sufre las consecuencias de su improvisada y poco reflexiva gestación. Es momento de pensar en realizar cambios profundos.

 

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