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Oct

2015

Pedro Juan Viladrich

“La compañía más íntima es la que se brindan los esposos”

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Pedro Juan Viladrich, profesor honorario de la UDEP, dictó el Seminario de Formación Permanente para Profesores organizado por el Vicerrectorado Académico y el Instituto de Ciencias para la Familia.

Por Graciela Tuesta. 15 octubre, 2015.

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¿Es posible amar para siempre?, ¿Por qué el matrimonio es indisoluble? fueron algunas de las cuestiones que abordó el Dr. Pedro Juan Viladrich, profesor honorario de la Udep, durante el último Seminario de Formación Permanente para Profesores organizado por el Vicerrectorado Académico y el Instituto de Ciencias para la Familia.
El profesor Viladrich esclareció que la indisolubilidad no es una propiedad externa a la institución matrimonial, como el yugo o las esposas que mantienen unidos a dos seres por la fuerza, sino que es una propiedad intrínseca del amor, que de por sí tiende a la perpetuidad.
La comprensión de esta propiedad del vínculo conyugal, exige reconocer que el amor tampoco es un atributo externo, que aparece de pronto y –casi sin poder evitarlo– puede extinguirse; el amor es lo que cada uno es, “somos nosotros mismos, en nuestra intimidad desnuda”.
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La naturaleza del amor también implica un modelo antropológico subyacente sobre las relaciones entre varón y mujer. Así, puede entenderse la sexualidad, el ser varón y el ser mujer, como una pena o castigo, y su mutua relación como una “dependencia conflictiva”; o más bien puede entenderse la relación entre ambos como compañía íntima, capaz de engendrar el vínculo familiar más fuerte, al punto de ser los dos “una sola carne”.
El profesor recordó que el grito de sorpresa de Adán al encontrarse por primera vez frente a Eva (“¡Esta sí es carne de mi carne y hueso de mis huesos”!) sigue siendo actual y fresco, y sugirió leer e interpretar el Evangelio (Mateo 19,3) desde un sentido antropológico, para re-descubrir el misterio y la bondad de la alianza matrimonial.
Advirtió que la búsqueda de la verdad no admite la actitud de los fariseos, que sólo acuden a ella, en cuanto les ofrece poder, pero no por amor a la verdad misma. Desde “el principio” nunca ha sido lícito repudiar al esposo o la esposa, “por cualquier motivo”, y la excepción de Moisés a causa del adulterio, fue solo justificada por la “dureza del corazón”.
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A pesar de la insistencia de los fariseos, el Maestro se desmarcó de la casuística para reafirmar “el principio”. Después de casi dos mil años, su enseñanza sigue causando escándalo y es vista como una “locura” o un capricho de la Iglesia. Sin embargo “el uno con una para toda la vida” está inscrito en la propia naturaleza humana, en la dinámica del don, la acogida y la unión amorosa.
El amor supone una metamorfosis, transformar el “giro egocéntrico” y la predilección de uno mismo, para preferir a otro; y es una conquista biográfica. El profesor invitó a los participantes a vencer la “dureza del corazón” con el amor de misericordia, que sabe acoger y disculpar los defectos del otro, que es un amor indulgente y tierno.

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