12

Nov

2015

Sergio Balarezo Saldaña

La confianza: un valor por reinventar

La confianza se desarrolla, como cualquier dimensión humana, con la repetición continua de acciones de servicio, buen ejemplo, de promesas cumplidas, de práctica y defensa de la verdad…

Por Sergio Balarezo. 12 noviembre, 2015.

Cada vez es más frecuente el empleo de la palabra confianza, especialmente referida a términos empresariales o políticos: índices de confianza, confianza del consumidor, entre otros. Y, por supuesto, se desarrollan diversas encuestas y sondeos tratando de medir los niveles de confianza. Sin embargo, este término implica otras dimensiones, que van más allá de los ámbitos antes mencionados y de las llamadas ‘fotografías del momento’.

Generar confianza (1)

“La Universidad es un buen aliado de la Empresa para genera confianza, pues proporciona las herramientas para afrontar los cambios constantes que se producen en todos los ámbitos”.

La confianza es un valor, en tanto se desarrolla y se cultiva para uno mismo (tratando de adquirir confianza) o para los demás (para proyectar y generar confianza).  En el diccionario de la RAE se define así al verbo confiar: “Depositar en alguien, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, la hacienda, el secreto o cualquier otra cosa” / “Dar esperanza a alguien de que conseguirá lo que desea” o “Esperar con firmeza y seguridad”. Como estas, hay otras definiciones desde  distintos puntos de vista: antropológico, económico, filosófico, etc.
La confianza, como virtud y como valor, no se logra de la noche a la mañana. Debe cultivarse. Se desarrolla, como cualquier dimensión humana, con la repetición continua de acciones de servicio, de buen ejemplo, de promesas cumplidas, de la práctica y defensa de la verdad, de la transparencia en el actuar, de la coherencia con sólidos principios, de responsabilidad y justicia social, etc. La confianza es indispensable en cualquier organización, sea en la familia, escuela, empresa, el estado, y, en definitiva, la sociedad. A mayor confianza entre los miembros, más unidad y, con ella, mayor desarrollo y motivaciones para crecer.
De ahí que sea tan importante crear vínculos basados en la confianza, que refuercen los lazos entre los ciudadanos y el apoyo para lograr objetivos comunes de bienestar, crecimiento económico y desarrollo humano sostenibles. En esto, juega un papel clave la relación Universidad-Empresa, porque son ámbitos independientes, no politizados y sinérgicos. La Universidad destaca como el espacio donde se impregna a la persona con las competencias profesionales y éticas fundamentales; y la Empresa, como el lugar donde se aplican estas competencias, en servicio de los demás.
Generar confianza (3)

“La confianza, como virtud y como valor, no se logra de la noche a la mañana. Debe cultivarse.”

Desde sus orígenes, la Universidad es el ámbito por excelencia para aprender a buscar la verdad. Esa búsqueda implica una cierta dosis de pensamiento crítico y un esfuerzo por adquirir hábitos intelectuales y éticos relevantes para el quehacer universitario. Este es el principal aporte de la Universidad a las empresas: profesionales con formación integral, forjados en conocimientos y en valores, aspectos claves para que las instituciones ganen en confianza y, por supuesto, para combatir males tan frecuentes hoy, como la corrupción y la inseguridad.
Otro aspecto importante, que derivará de lo anterior, es la investigación: el mejor soporte para el desarrollo del país, porque busca soluciones a problemas reales del entorno. Y, en la medida en que la Empresa desee potenciar sus competencias estratégicas diferenciales, y como Universidad, seamos capaces de responder con confianza a ese deseo, se generará una relación de largo plazo que puede constituirse en el verdadero catalizador del desarrollo.
La Universidad también provee de espacios de actualización y formación permanente a las organizaciones, a través de conferencias, cursos, seminarios, diplomados y estudios de posgrado.
El intercambio de experiencias que se da en este marco, enriquece, sin duda, a ambas instituciones. Cómo se desarrollan estos programas, la calidad de los contenidos, su adecuación a la realidad empresarial y del entorno; y, sobre todo, la experiencia y rango de los profesores y el grado de relación que establezcan con los estudiantes serán claves para elevar el nivel de confianza Universidad-Empresa.
Hoy, esta oportunidad de mejora y de relaciones con otras instituciones nacionales e internacionales representa un incentivo para que el talento humano sea retenido en la empresa y la persona quiera dar lo mejor de sí. Además, la Universidad es un buen aliado, pues proporciona las herramientas para afrontar los cambios constantes que se producen en todos los ámbitos, especialmente en el científico, el tecnológico y el empresarial.
La importancia de que la Empresa tenga colaboradores con excelente formación académica y humana, se extiende y se potencia con practicantes, que posean características similares, que van conociendo los valores de la Empresa. La Universidad asume este reto, al procurar que sus estudiantes desarrollen el talento humano necesario para cualquier organización, fundamentado en una formación de alto nivel académico, que no menosprecie la sólida formación en valores.
En suma, Empresa y Universidad debemos aprender a ver juntos el horizonte y plantearnos metas colaborativas fundamentadas en un saber científico sólido, en valores humanos perennes y en la rentabilidad del largo plazo, para servir al país de modo sostenible.
(Artículo publicado en la edición especial de la revista Visión Empresarial. Cámara de Comercio de La Libertad, setiembre de 2015)

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