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Ante el anuncio de un Fenómeno El Niño para los próximos meses, y habiendo sido testigos de que Piura no fue considerada en el discurso presidencial, debemos tomar acciones inmediatas para proteger las llamadas “Líneas vitales del cuerpo urbano”. ¿Qué hace falta? Políticas de gran aliento y acertadas medidas de ingeniería, para el más corto […]

Por Germán Gallardo. 07 agosto, 2015.

Ante el anuncio de un Fenómeno El Niño para los próximos meses, y habiendo sido testigos de que Piura no fue considerada en el discurso presidencial, debemos tomar acciones inmediatas para proteger las llamadas “Líneas vitales del cuerpo urbano”. ¿Qué hace falta? Políticas de gran aliento y acertadas medidas de ingeniería, para el más corto plazo.

Proteger las “Líneas vitales del cuerpo urbano”, si bien resulta, en estos momentos, una labor importante y prioritaria que debemos realizar debiera  ser permanente, pues la nuestra es una región vulnerable. Sin embargo, nunca es tarde para tomar medidas de protección ante los fenómenos naturales a los que está sometida la Región.

En las políticas que implementen los gobernantes siempre debe primar la protección de la vida de la población y su patrimonio. En el cuerpo humano, por ejemplo, hay unos órganos más importantes que otros; de eso no cabe duda. Se trata de los órganos vitales para la vida (corazón, pulmones…); y si hubiera daño en ellos, podría provocar hasta la muerte o secuelas graves.

En el concepto de “cuerpo urbano”, se ve a la ciudad o a la región como una persona con líneas vitales ó “lifelines”. Si falla una de ellas, ocurriría un enorme daño en la ciudad o a la región.

Las “lifelines” están constituidas por aquellas infraestructuras imprescindibles para el normal desarrollo de la actividad humana. En general, comprenden líneas que facilitan la comercialización de mercancías (para los mercados de abastos), el transporte de personas (carreteras, puentes, aeropuertos y puertos principales), la protección de la salud (hospitales importantes), grandes líneas de suministro de energía (redes eléctricas y de gas), elementos de saneamiento básico y pluvial (agua, desagüe, redes de drenaje) y las líneas que posibilitan la comunicación. Además, en el caso de una población creyente, como la nuestra, se incluyen los templos, las catedrales o capillas más importantes, que siempre son refugio, remansos de paz y serenidad ante la adversidad.

Una interrupción prolongada de las líneas vitales, como el desabastecimiento de agua o energía eléctrica de una ciudad o región urbana, ocasionaría pérdidas económicas importantes, deterioro de la salud pública y, eventualmente, migración de la población.

La Ingeniería y las lifelines

Para la protección de las líneas vitales de la ciudad, la Ingeniería ha desarrollado la llamada “Ingeniería para la protección de líneas vítales” o “Life Line Engineering”. Es una ingeniería proactiva que busca anticiparse a los posibles daños de la infraestructura de una región o de una ciudad. Suele utilizar los métodos de confiabilidad y análisis de riesgos para saber cuál es la probabilidad de falla de la infraestructura, al enfrentarse a un fenómeno natural.

En el caso de Piura, los sismos y tsunamis, así como las lluvias y huaycos provocados por El Niño son  los principales fenómenos naturales que atacan al cuerpo urbano y ponen en peligro las líneas vitales. Afortunadamente, se han dado aisladamente y no al mismo tiempo; pues cada uno genera un drama, especialmente los de magnitud moderada o severa.

La razón principal por la que una lluvia o un sismo moderado causa efectos graves es la alta vulnerabilidad de Piura y de su región. Piura sigue siendo débil ante estos fenómenos y, así como una simple gripe puede mandar a la cama a una persona débil, un evento moderado puede causar graves estragos en la región y en la ciudad.

Es prioritario diseñar un portafolio de proyectos que fortalezcan la Región en el tiempo. Esta debe ser parte de una política de Estado, en la que participen los gobiernos central, regional y local con un solo objetivo: hacer de Piura una región fuerte ante los eventos naturales, especialmente los lluviosos, y que estos no paralicen las actividades ordinarias. Se trata de lograr una convivencia armoniosa con la naturaleza, con El Niño. Esta es una política de gran aliento que hay que procurar e implementar.

¿Qué hacer en el corto plazo?

Pero, hay otras soluciones de corto y mediano plazo que se podrían aplicar como: realizar un diagnóstico de las líneas vitales débiles y su probabilidad de falla. Existen métodos modernos de confiabilidad y análisis de riesgo que permiten saber, por ejemplo, que un ‘puente tiene 95% de probabilidad de falla si el Río Piura trae un caudal de 4500 m3/seg.’ o ‘este edificio tiene 90% de probabilidad de falla si ocurre un sismo de grado X’.

Es decir, actualmente se puede conocer el riesgo de que tal o cual infraestructura sucumban frente a un evento moderado o severo. Esta información es vital para gestionar el apuntalamiento de puentes y estructuras, y para decidir qué líneas vitales hay que proteger primero o a cuáles hay que buscarles reemplazo porque fallarían, etc.

Si el tiempo estuviera a nuestro favor, incluso se podría estimar el daño directo en las líneas vitales y la inversión requerida para diferentes grados de ataque: débil, moderado o severo. La data de eventos anteriores, es esencial para estos análisis.

También ayudarían mucho, algunas buenas prácticas de un buen Director de Proyectos y, en particular, el uso de “las lecciones aprendidas”. Es decir, considerar lo que nos enseñaron El Niño del 83 y el del 98: ¿cuáles fueron los sectores más vulnerables? ¿Dónde se ubican los puntos débiles que debemos proteger? , entre otros.  Así, por ejemplo, el sector transporte fue uno de los más golpeados. Por ello, es prioritario calcular el daño esperado en las carreteras principales (autopistas, nacionales y red básica) y secundarias para cada uno de los municipios, teniendo en cuenta los posibles niveles de intensidad máximos y las posibles longitudes afectadas.

Reiteramos: nunca es tarde para proteger a la población de los fenómenos naturales que afectan a la Región. Veamos ahora un concepto todavía más ambicioso: ‘hacer que la población piurana y su región convivan armoniosamente con los fenómenos naturales’. Esto ya lo habían logrado los incas. Ellos supieron ver en la naturaleza y en la tierra, en particular, a la Pachamama; vivieron en armonía con la naturaleza, quizá porque la entendieron mejor que nosotros. Creo que es momento de que aprendamos de nuestro pasado y trabajemos en el presente para construir un mejor futuro.

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