En el trabajo solemos ser muy organizados. La exigencia de coordinar labores en equipo y alcanzar metas definidas nos induce a llevar una agenda detallada de lo que tenemos que cumplir: reuniones, visitas, capacitaciones, informes, contestar llamadas y correos, elaborar propuestas. De tal suerte que el viernes por la noche sólo anhelamos “desconectar” y escapar […]

Por Gloria Huarcaya. 19 julio, 2016.

En el trabajo solemos ser muy organizados. La exigencia de coordinar labores en equipo y alcanzar metas definidas nos induce a llevar una agenda detallada de lo que tenemos que cumplir: reuniones, visitas, capacitaciones, informes, contestar llamadas y correos, elaborar propuestas. De tal suerte que el viernes por la noche sólo anhelamos “desconectar” y escapar de la prisa. El hogar, si es funcional y cálido se convierte en nuestro refugio de paz, un remanso en el que podemos recargar las energías.

Quienes somos esposos y padres sabemos que el fin de semana, con niños en casa, puede resultar agotador si antes no hemos planificado ¿qué haremos? ¿a dónde iremos? El tiempo de descanso familiar merece una planificación, no sólo para escapar de la rutina, sino para que tengamos espacios enriquecedores donde podamos compartir y disfrutar con nuestros niños: deporte, teatro, conciertos, museos, parques, cuenta cuentos, etcétera. Mientras son pequeños,  aceptarán gustosos nuestras propuestas, pero conforme avanzan en edad, empezarán a desarrollar su propia agenda y tendremos menos oportunidades de enseñarles a divertirse sanamente. Si compartimos momentos de esparcimiento productivo (no sólo engancharse pasivamente a una pantalla), les conoceremos mejor, potenciaremos su interioridad y sus habilidades sociales.

*Artículo publicado en Gestión Espresso.

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