Reza un dicho popular “si haces siempre lo mismo, no esperes resultados distintos”. Esto puede aplicarse al mundo empresarial pues “si haces lo mismo que otros, no esperes que te vaya mejor que a ellos”.

Por Jorge Gallo. 24 noviembre, 2016.

La idea anterior está relacionada con el concepto de emprendimiento. Se suele llamar emprendedor a toda aquella persona que inicia una nueva empresa. Suena muy bonito y hasta parece motivador. Sin embargo, el emprendimiento parece algo más que solo esto.

Estudios realizados sobre este  tema concluyen que existe emprendimiento cuando la empresa es nueva pero a la vez innovadora porque si esto último no se cumple se trata de una simple imitación y en ello no existe mérito alguno. Estos mismos estudios afirman que un emprendedor es aquél que identifica, evalúa y explota una oportunidad específica.

Como se trata de una inversión no cabe duda que también existe el factor riesgo, entendido como la probabilidad de no obtener la rentabilidad esperada o, peor aún, perder parte o todo el capital invertido. De ahí que es muy importante la innovación y la diferenciación.

La innovación puede darse tanto en el producto como en el servicio ofrecido y puede estar o no ligada a factores tecnológicos. Las preguntas que siempre serán obligatorias para cualquiera que quiera ser considerado como emprendedor será ¿Quién compra lo que yo quiero vender? ¿Cómo lo está comprando ahora? ¿Cómo puedo diferenciar mi oferta si vendo el mismo producto? La innovación responde a esta última pregunta pues puede estar referida al servicio (entrega a domicilio, empaque diferenciado, etc.) o a darle un valor agregado al producto ofrecido y así diferenciarlo del que venden otros.

La innovación exige la presencia la proactividad entendida como tomar la iniciativa en el desarrollo de acciones creativas y audaces para generar mejoras o nuevas ideas de negocio.

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