12

Dic

2016

El doctor Carlos Hakansson analiza la coyuntura política. Señala: "Nos encontramos en un momento de relaciones intensas entre ambas funciones del poder, ejecutivo-legislativo, una condición de tormenta", indica.

Por Carlos Hakansson. 12 diciembre, 2016.

La actual coyuntura política entre el gobierno y la mayoría parlamentaria viene siendo interpretada como el fin de la “luna de miel” entre ambas instituciones; era lo esperable, pues, las lunas de miel siempre son cortas e inolvidables, una vez finalizada la pareja regresa para afrontar juntos diversas circunstancias de la vida real.

Lo que realmente se nos presenta es el escenario esperado al final de un proceso electoral. Un gobierno con minoría parlamentaria que durará los próximos cinco años de mandato presidencial.

Diversos analistas sostienen que debe practicarse una suerte de cohabitación política a la peruana, pero la realidad es que ni al gobierno ni a la oposición les agrada ese rótulo. Por eso, luego de temas trascendentales para la gobernabilidad como la investidura, la delegación de facultades legislativas y la aprobación del presupuesto, parece conveniente marcar distancia entre ambos; el ejecutivo por su postura política y la oposición por la percepción ciudadana de cara al próximo proceso electoral.

Se puede decir que se trata de un periodo de normalidad, sin duda crispado, pero en el que se emplean los instrumentos constitucionales previstos para la relación ejecutivo-legislativo, como interpelaciones, moción de censura hasta la eventual presentación de una cuestión de confianza.

Nos encontramos en un momento de relaciones intensas entre ambas funciones del poder, una condición de tormenta que está siendo afrontada mediante unas instituciones previstas por la Constitución. Si son buenos navegantes en un mar político turbulento, ambos deberán tomar decisiones cruciales y asimilarlas, hasta la próxima tormenta.

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