06

Jun

2016

Por Paul Corcuera García

Pérez López, 20 años después

“Nos hacía pensar de manera muy rigurosa, profundizar en los procesos de toma de decisiones, evaluar alternativas de la manera más completa posible, pero, sobre todo, concretar mucho los planes de acción”.

Por Paul Corcuera García. 06 junio, 2016.

Juan Anotnio Pérez López (4)

Dice el refrán popular que es de bien nacido ser agradecido. Y así debemos ser con Juan Antonio Pérez López, a quien recordamos de manera especial el 2 de junio, al cumplirse 20 años de su fallecimiento.

El año 1996 estábamos terminando el primer año del Doctorado en Dirección de Empresas en el IESE (los tres piuranos que conformábamos el grupo de los once alumnos: Ángela Carrasco, Mariela García y yo). Una noticia nos conmovió aquel domingo 2 junio, fiesta de la Santísima Trinidad. Pérez López, había tenido un accidente mortal en la carretera, cerca de Tordesillas (Valladolid), en un viaje que hacía en su auto hacia Portugal donde daría clases de su especialidad en Lisboa y Oporto.

No es ocasión ni el medio para recordar aquellos momentos tan duros que pasamos ni los sentimientos que dejaron una huella profunda en muchos de nosotros. En ese entonces escribí una nota para el IESE que titulé “Dios sabe más”. En esta trataba de poner toda aquella situación incomprensible desde el punto de vista humano en las manos de Dios, teniendo como telón de fondo aquella frase paulina –que siempre repetía el santo Josemaria Escrivá–: Omnia in bonum: todo es para bien.

La experiencia de haberlo tenido como profesor supone una gran responsabilidad. Era una persona con una gran capacidad intelectual. Aunque era actuario de seguros de profesión, dominaba la filosofía y la antropología como muy pocos. Era una persona que nos hacía pensar de manera muy rigurosa, para desarrollar la lógica, profundizar en los procesos de toma de decisiones, evaluar alternativas de la manera más completa posible, pero, sobre todo, a concretar mucho los planes de acción. La realidad humana, nos decía, había que tocarla, considerando que la implementación es tan importante como la decisión misma, porque afecta a las personas de manera profunda.

Ahora, al paso del tiempo, vemos cómo las enseñanzas de Pérez López siguen vigentes en la Universidad y, particularmente, en el PAD. Sus teorías novedosas y profundas acerca de la acción directiva, que recoge una teoría de la motivación humana y de la organización, han sido el fundamento sólido, la roca firme, sobre la cual se han montado los diversos programas de formación. Por ello, es frecuente escuchar que este enfoque –cuidando particularmente a las personas como agentes libre– es como el sello diferencial de la Universidad; no cabe mayor cumplido.

En mi caso particular, porque le debo una gratitud muy especial, Pérez López es mi referente como maestro universitario, y sus conocimientos que he recibido como lluvia de oro, han sido –y son– siempre el leit motiv de mi trabajo intelectual.

La predilección que tuvo Juan Antonio con nosotros (¡qué bien se sentía en Perú!) nos compromete a seguir profundizando en sus enseñanzas para que más personas se beneficien de una visión más humana de la empresa.

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