He sido testigo cercano en los últimos 42 años de los hechos más relevantes de nuestra historia regional. En esta fecha trascendental en la que el diario El Tiempo celebra 100 años informando de los avatares de la región, quisiera proponer mirar el momento que vivimos y el futuro que deseamos. Piura ha experimentado un […]

Por Antonio Mabres. 18 enero, 2016.

He sido testigo cercano en los últimos 42 años de los hechos más relevantes de nuestra historia regional. En esta fecha trascendental en la que el diario El Tiempo celebra 100 años informando de los avatares de la región, quisiera proponer mirar el momento que vivimos y el futuro que deseamos.
Piura ha experimentado un notable crecimiento económico en los últimos años. Pero afronta, paradójicamente, graves problemas de desigualdad y pobreza, por ejemplo, en las provincias serranas; de desorden en el crecimiento de la capital,  sin espacios urbanos cuidados y con un tráfico caótico causado, entre otras razones, por falta de conciencia. Nuestros problemas tienen sus raíces en deficiencias arrastradas por años en la educación y en omisiones de autoridades regionales y centrales. Pero entre las principales causas está nuestra proverbial pasividad.
Gracias a Dios, se percibe hoy un cambio de actitud. Parece que empezamos a sacudirnos esa pasividad, como lo demuestra el grupo de instituciones que han exigido respeto a Piura ante altos niveles del gobierno central.
El Gobernador regional ha centrado sus esfuerzos y logrado resultados en varios megaproyectos, para acortar las tremendas brechas de Piura en salud, obras viales, disponibilidad de agua para agricultura, etc.  Otros indicios de esta actitud positiva: la campaña de valores promovida por la Defensoría del Pueblo, la respuesta regional a las buenas políticas del Ministerio de Educación, con el Colegio de Alto Rendimiento, la Beca 18 y la apuesta por la mejora del profesorado.
Con apoyo de Concytec, las universidades están incrementando la investigación científica e innovación tecnológica, lo que estimulará la competitividad de las empresas y dinamizará más el crecimiento económico regional.
Queda muchísimo por hacer, sobre todo en educación y cultura, pero las condiciones están puestas para forjar un futuro promisorio para Piura. Es preciso que la amemos con obras, cada uno desde su lugar, de modo proactivo, sin pasividad, unidos buscando el bien común. Piura depende de nosotros, no somos ajenos a las deficiencias, seamos hoy protagonistas de las mejoras.

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