Hoy el calendario nos recuerda la importancia que tiene en la vida de todos nosotros que exista una persona capaz de arreglar cualquiera de nuestros problemas y capaz también de amarnos incondicionalmente.

Por Soledad Maldonado. 14 mayo, 2017.

Cuando llegué al Perú, una de las cosas que más me llamó la atención fue que casi cualquier cosa malograda se puede arreglar. Existen costureros capaces de reducir o aumentar varias tallas a un pantalón, zapateros expertos en cambiar suelas convirtiendo unos zapatos viejos en unos casi nuevos, y técnicos a los que no se les resiste ninguna máquina. Esta capacidad para arreglar cualquier cosa me recordó a mi madre. Creo que las madres son las únicas personas en este mundo con el poder de solucionar cualquier cosa.

Me sorprendió que casi todo tuviera arreglo porque en muchos países europeos es más fácil y sobre todo más barato botar la viejo y comprar algo nuevo. A veces pienso que hemos dejado que esto mismo nos suceda con las personas: mejor conseguir una nueva que cuidar –arreglar- la situación con la que ya tengo. Quizá se nos ha ido olvidando que las relaciones verdaderas se basan en la incondicionalidad: no se bota nada, todo se arregla siempre -al menos se intenta- . Esto también me recuerda a las madres, porque ellas son las que personifican con mayor fidelidad lo que es el amor incondicional.

Hoy el calendario nos recuerda la importancia que tiene en la vida de todos nosotros que exista una persona capaz de arreglar cualquiera de nuestros problemas y capaz también de amarnos incondicionalmente. Dan igual las veces que fallemos, las rabietas o las decepciones. Ella siempre estuvo, y estará hasta que pueda. Creo que no importa la edad que se tenga o lo lejos que se esté; el regazo de una madre será siempre el lugar más seguro y reconfortante del mundo. Es el lugar donde el ser humano se engendra y al que vuelve para refugiarse ante cualquier circunstancia de la vida. Es el reducto donde el amor humano se da en su mayor plenitud.

Hoy es el día para celebrar ese amor. El incondicional. Ojalá hoy nos sirva para amar más como nos amaron ellas. Ojalá hoy nos recuerde que si estamos todos aquí es precisamente por eso, por amor. Ojalá hoy también nos sirva para dar gracias. Gracias porque hubo alguien que nos amó incondicionalmente. Gracias por haber tenido una madre.

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