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Mgtr. Guillermo Chang

“No planear una reconstrucción atenta contra los derechos humanos”

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La realidad muestra una región devastada. Especialistas y autoridades se preguntan ¿rehabilitar o reconstruir? El Mgtr. Chang considera que es muy importante garantizar que se respeten los derechos de la región luego del Niño Costero.

Por Tania Elías. 07 abril, 2017.

lluvias 2017

Las lluvias siguen y aumenta la cifra de damnificados. Unos pierden sus casas, otros son víctimas de las inundaciones; niños, jóvenes y adultos ven amenazada su salud; no hay colegios, las carreteras están destruidas, los mercados no se abastecen. Los especialistas, funcionarios y autoridades de Piura se preguntan qué hacer: una rehabilitación o la reconstrucción.

El Mgtr. Guillermo Chang, docente de la Facultad de Derecho de la Universidad de Piura (Campus Piura), indica que autoridades y ciudadanos tienen mucho por hacer para garantizar que, luego de El Niño Costero, se respeten los derechos básicos de la región.

Prof Chang Guillermo

“Lo mejor es cambiar, en muchas cosas, y prepararnos para las lluvias, sean de estación, de El Niño Costero o del Fenómeno El Niño. El FEN es algo que sabemos que llegará, pero no sabemos cuándo. Recordemos que el año pasado se anunciaba que habría y este año se anunciaban sequías. Por ello, lo mejor es rehacer las cosas, teniendo en cuenta una planificación global: agricultura, ciudades, reservorios de agua, carreteras, etc. De nada sirve volver a pavimentar una calle si no tiene caída para que el agua de lluvia fluya”, dice el docente.

Eso hizo Ecuador, recuerda. Señala que esa reconstrucción se planificó y permitió construir todo un sistema para evitar los daños de los desbordes de los ríos, tanto en ciudades como en zonas agrícolas. “Por ello es que los daños en ese país son menores. Más que trabajar por ciudades, hay que trabajar por cuencas de ríos”, enfatiza.

Tiene claro que no planear una reconstrucción atenta contra los derechos humanos más básicos como la vida, la salud, el trabajo, la empresa o la educación. “A veces pensamos que la defensa de estos derechos solamente se da por abuso de los poderes públicos, cuando en realidad, el grueso de los atentados está en un mal ejercicio de las políticas públicas. Estos días notamos que muchos de nuestros compatriotas han muerto o que están en riesgo de contraer muchas enfermedades que vienen con la lluvia como el dengue, la malaria, infecciones al estómago, entre otras. Además, hay agricultores que han perdido la cosecha y, con ello, jornaleros que se quedan sin empleo, comerciantes que no tienen qué vender y consumidores que no pueden comprar los insumos más básicos”, reflexiona.

Costo político
El especialista en Contratación Pública se refiere a la realidad que las lluvias han puesto en evidencia: la fragilidad de la infraestructura de las ciudades, no necesariamente por planificación sino por el mal manejo de recursos.

Para él, la causa de todos los problemas es la falta de formación que tienen los gobiernos regionales y locales (no solo técnica sino también ética). “Esto ha generado un mal manejo del gasto público y con ello, obras de infraestructura defectuosas”, señala; pero, ello está relacionado con la decisión de los ciudadanos al elegir a sus autoridades.

Menciona que si la fiscalía tiene pruebas y los delitos no han prescrito, se debe iniciar investigaciones por delitos contra la Administración pública, tanto para funcionarios como para los miembros de las empresas constructoras.

Evitando la corrupción
Las lluvias han generado la posibilidad de un estado de emergencia, que liberaría a las administraciones públicas de realizar un proceso de selección para optar por el mejor postor, en calidad y precio. “Ello no implica que no haya una fiscalización tanto por los órganos de control interno, contraloría o la fiscalía”, dice el docente Guillermo Chang, respondiendo a la inquietud de la población sobre la actuación de las autoridades y funcionarios, con estos fondos.

El especialista considera que en general, la corrupción puede estar asomando, pero son los órganos de control, los que deben estar atentos para evitar se desvíen los recursos. “Con emergencia o sin ésta, la corrupción se puede dar. Lo importante es que las autoridades competentes en la investigación y sanción de los delitos contra la Administración pública estén atentas para prevenir y sancionar estas conductas. Hoy se necesita que determinadas zonas se declaren en emergencia porque la catástrofe es evidente”, precisa.

La figura del zar, que se ha usado para denominar coloquialmente a un consejero del presidente en temas de corrupción, no tiene sentido para la reconstrucción, afirma Chang. Tampoco tiene sentido, considerar, un fondo de reconstrucción.

“Ya tenemos la experiencia de Ica con el Forsur. Lo más importante es comprometer a los gobiernos regionales y locales para trabajar de forma conjunta, con una solución integral. Incluso, si se crea una autoridad para la reconstrucción (lo mejor sería nueva construcción planificada como mencionaba antes), es bueno que los gobiernos regionales y locales deleguen sus competencias para que éste pueda ejecutar lo planificado con más facilidad”, indica.

Las lecciones
El Niño Costero, y en general las lluvias que se registran en Piura, deja lecciones que aprender. La primera es que la regulación debe respetar la naturaleza de las cosas, porque la lluvia y los ríos buscan sus cauces. “Por eso, más que trabajar por gobiernos regionales o locales, debemos trabajar por cuencas. Si las obras públicas no están conectadas entre sí dentro de una cuenca, pueden afectarse entre ellas (se explica desde la mecánica de fluidos). De esto depende el agro, el planeamiento urbano, la salud, entre otras. Un ejemplo de lección aprendida es el canal vía de Sullana. Es una obra que no recibe mucho mantenimiento y que está descuidada pero que canaliza gran parte del agua de lluvia de la ciudad e incluso sirve de desfogue del río Chira. Se hizo después del Fenómeno El Niño de 1983 y evita grandes tragedias”, indica.

Por otro lado, la planificación de las ciudades es algo que no se ha desarrollado en el país y hubiera evitado las tragedias. “Tengamos en cuenta que gran parte de nuestras ciudades se han expandido por invasiones y en zonas no convenientemente adaptadas para el uso urbano. Las zonas de huaicos o de desfogues ciegos son un ejemplo de ello. Además, muchas habilitaciones urbanas no cumplen con los requisitos de seguridad necesarios ante las lluvias. Un ejemplo de todo ello son algunas zonas de la expansión urbana de Piura, Sullana o Talara, entre el Fenómeno El Niño de 1998 y la actualidad.

Finalmente, otra lección es simple: la cultura de la prevención. “De nada sirve que las autoridades hagan planes y se ejecuten obras públicas de prevención si la población no coopera con lo más básico: el cumplir la regulación. En efecto, el derecho a una ciudad saludable depende también de la basura del vecino, de dónde desfoga el agua de lluvia de los techos, de lo que vertimos a los desagües, entre otros. Si no empezamos por respetar aquello, no podremos exigir derechos. Seguiremos haciéndonos vulnerables por nuestra propia decisión”, anota.

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