04

Jul

2018

El camino está previsto por la Constitución

Convocar a nuevas elecciones no proviene de una inspiración democrática. Las disposiciones constitucionales sobre la forma de gobierno nos señalan la ruta de solución, lo contrario se convierte en sedición.

Por Carlos Hakansson. 04 julio, 2018.

Fuente: La República

Las distintas voces y marchas que promueven el cierre del Congreso y la necesidad de convocar a nuevas elecciones generales no parecen provenir de una inspiración democrática. La institución parlamentaria, al ser el centro de discusión política en libertad, es natural que se desenvuelva en un clima a veces tenso y algo provocador, sin dejar de añadirle los “condimentos nacionales” que convierten al Congreso peruano en lo que es ante los ojos de todos; una asamblea multipartidista compuesta por facciones ideológicas radicales, capitalistas populares, conservadoras de la “vieja guardia” y de regiones políticamente emergentes; la mayoría sin formación política partidaria, donde predominan más los intereses particulares y, también para ser positivos, con una lenta pero progresiva incorporación de jóvenes y prometedores congresistas en los últimos cuatro procesos democráticos consecutivos.

Los gritos callejeros en favor del cierre del Congreso y convocatoria para nuevas elecciones se traducen en el levantamiento de una bandera antipolítica, que desconoce la previsión de los constituyentes al redactar la Carta de 1993 para resolver las crisis de coyuntura. Por eso, improvisar otras salidas es camino al desgobierno, las disposiciones constitucionales sobre la forma de gobierno nos señalan la ruta de solución, fuera del marco de relaciones entre los poderes ejecutivo y legislativo (investidura, preguntas, interpelaciones, censura, cuestión de confianza y una eventual disolución parlamentaria condicionada a dos gabinetes censurados) no caben otras soluciones, lo contrario se convierte en sedición, es decir, el levantamiento de un grupo de personas (naturales o jurídicas) contra el gobierno y con el fin de derrocarlo.

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