Las “renuncias vicepresidenciales” por lealtad al jefe de estado no harán otra cosa que debilitar más la institucionalidad, y la primera lealtad es a la Constitución.

Por Carlos Hakansson. 17 mayo, 2018.

La moción de vacancia presidencial multipartidaria ha suscitado varios cuestionamientos, pues, por un lado, la bancada del gobierno sostiene que no existen hechos nuevos para iniciar un nuevo proceso a poco tiempo del anterior; por otro, también ha generado especulaciones, pues, no se sabe con certeza si esta vez los congresistas de oposición contarán con los ochenta y siete votos necesarios para aprobarla, hasta preguntar a los vicepresidentes si renunciarían a sus cargos con la finalidad de promover un adelanto de elecciones generales; ésta última, considero que merece un comentario especial.

La sucesión presidencial establecida en el artículo 115 de la Constitución indica la ruta a seguir en caso de una vacancia. El primer vicepresidente asume la titularidad del ejecutivo. Las “renuncias vicepresidenciales” por lealtad al jefe de estado no harán otra cosa que debilitar más la institucionalidad. La primera lealtad es a la Constitución, precisamente los constituyentes previeron una sucesión progresiva a la titularidad del ejecutivo mediante dos vicepresidencias, para evitarnos la abrupta convocatoria a un nuevo proceso electoral, a poco más de año y medio de los últimos comicios generales.

No es comparable la coyuntura política del año 2000 con la actual para proponer planteamientos radicales ante una vacancia, incluso provenientes del propio ejecutivo, lo cual indica que nunca existió una voluntad o espíritu partidario, pues, el vicepresidente supuestamente es miembro de la misma agrupación política que gobierna; por eso, preferir unas elecciones generales a una sucesión presidencial resta cohesión interna, o será que nunca la tuvieron.

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