17

Abr

2018

La infinitud del álbum del Mundial

El doctor Juan Pablo Viola, de la Facultad de Humanidades, comenta acerca de la fascinación por coleccionar figuras de los futbolistas que participarán en el Mundial Rusia 2018, desde el punto de vista filosófico.

Por Juan Pablo Viola. 17 abril, 2018.

¿Quién no ha coleccionado alguna vez, de niño, figuritas del álbum de la Copa Mundial de Fútbol, especialmente los photoshopeados y bellísimos cromos de sus jugadores favoritos?

Estos días, se ha desatado una fiebre en el Perú por los famosos álbumes de Rusia 2018 que circulan en kioskos, tiendas y demás. Sin duda, la responsable es la clasificación de la bicolor al Mundial después de 36 años. Jóvenes y no tan jóvenes vienen invirtiendo cientos de soles de su presupuesto mensual –en solo dos semanas, el álbum oficial vendió 140 toneladas de figuritas– para completar el preciado tesoro que contiene el rostro de sus ídolos.

¿Qué lectura profunda se puede hacer de este fenómeno? ¿Es solo el oportunismo mercantilista de un par de avivados que siempre saben cómo hacer varios soles más con las modas de la masa?

No solamente, desde mi punto de vista. Evidentemente, algo habrá también de esto último. La pregunta se puede reformular para encontrarle un poco más su sentido profundo: ¿Cuál es la causa de esa fascinación por la colección de los jugadores del Mundial en un efímero álbum de figuritas?

Creo que la clave de lectura pasa por entender dos cuestiones clave que he escrito de pasada. Primero, la palabra “ídolo”, para referirme al jugador de un deporte de masas; y segundo, la idea de que se está “coleccionando” (léase “haciendo propio”) al jugador de fútbol, no solo a su foto. Estas dos acciones son casi religiosas, el término “ídolo” lo denota claramente: bien sabido es que los ídolos eran las figuras que esculpían los antiguos de sus dioses, para adorarlos de un modo más cercano y tangible. En el caso de los álbumes, se trata, además, de hacer propio al ídolo, como un modo de alcanzar la gloria con las manos; de tocar con mis manos, ver con mis ojos y tener en mi casa a aquellos que son capaces de una gloria inigualable hoy. De ahí la relación con la religiosidad del pueblo, el querer “tener parte en la gloria”.

Tener, poseer el álbum de figuritas del Mundial es tener “a la mano” a los jugadores, potenciales ganadores. Y esto nos hace sentir poseedores y también amigos cercanos de héroes de un acontecimiento que en esta parte del mundo (aunque ya casi en todo el globo también) alcanza los niveles de una gesta histórica y epopéyica. Una gesta que otorga al vencedor y victorioso una gloria que probablemente no otorgue casi ningún otro acontecimiento actual. Y atención con la palabra “gloria”, otra vinculada estrechamente con lo religioso y lo sagrado, que en todo ser humano practicante o no de una religión se encuentra. Todos queremos gloria, muchos quieren gloria humana, muchos también “la” gloria. Esto es algo natural en el animal humano.

En definitiva, pienso que la colección de un álbum de jugadores del Mundial es símbolo, incluso en el inocente niño, de una búsqueda de infinito en una cotidianeidad que solo ofrece distracciones, cuando no evasiones, a nuestra propia y angustiante finitud.

En una versión más corta, este artículo fue publicado el 17 de abril de 2018 en el diario El Tiempo, de Piura.

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