10

May

2018

Respetemos a nuestros hijos y sus sueños

“¿De qué nos sirve un niño que sabe decirnos cómo se llaman las lunas de Saturno, si no sabe cómo manejar su tristeza o su rabia? Eduquemos niños sabios en emociones, niños llenos de sueños y no de miedos”. La escritora y psicóloga Valeria Sabater, en su artículo “Trata a tus hijos con cuidado: están […]

Por Jaime Ancajima. 10 mayo, 2018.

“¿De qué nos sirve un niño que sabe decirnos cómo se llaman las lunas de Saturno, si no sabe cómo manejar su tristeza o su rabia? Eduquemos niños sabios en emociones, niños llenos de sueños y no de miedos”.

La escritora y psicóloga Valeria Sabater, en su artículo “Trata a tus hijos con cuidado: están hechos de sueños”, explica la importancia de respetar el ritmo de la infancia y la manera de sentir, ver y pensar de nuestros hijos, sin pretender sustituirlos por los nuestros: ellos jamás serán copias de nosotros. Los niños están hechos de sueños, de esperanzas y de ilusiones que construyen en sus mentes libres y privilegiadas.

Actualmente, debido a un entorno cada vez más competitivo y cambiante, los padres tratan de desarrollar –ansiosa y rápidamente– las competencias de sus hijos y estimularlos cognitivamente desde el vientre materno, haciendo que, a los 5 o 6 años, ya estén estresados.

La psicóloga Sabater sostiene que, si bien es cierto necesitamos criar personas capaces de adaptarse a las exigencias del mundo moderno, también hace falta que los niños vivan y desarrollen su infancia completa y ampliamente. Con toda esta carrera, se genera niños frustrados, estresados, que solo tratan de ajustarse a las expectativas paternales. No debemos empeñarnos en llenar su tiempo con objetivos que cumplir y competencias que asumir. Dándoles obligaciones de adultos, cuando aún son solo niños, les estamos haciendo perder su linda infancia.

La psicóloga recomienda también dar a nuestros hijos una “crianza respetuosa”, aquella que respete sus tiempos, sus afectos y sus sueños. Esto significa que, en vez de elegir la “aceleración”, optemos por facilitar “primeras aproximaciones”, como por ejemplo: acercar los libros a los niños de 3 a 5 años sin obligarles a leer o a iniciar el aprendizaje.

Seamos facilitadores del aprendizaje de nuestros hijos, alimentemos su curiosidad, respetemos sus ritmos evolutivos y sus necesidades básicas de jugar y descubrir el mundo; y, lo más importante, amémoslos, guiémoslos, y seamos su ejemplo, facilitando su madurez sin presiones.

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