Hace poco escuché atentamente cómo una persona que tenía una segunda casa a su nombre se lamentaba de no poder acceder a los beneficios tributarios que se le ofrecían sólo a aquellos que tenían crédito respecto de una primera casa; pero me llamó más la atención escuchar que otra persona le decía: “Fácil, pon tu […]

Por Genara Castillo. 17 abril, 2018.

Hace poco escuché atentamente cómo una persona que tenía una segunda casa a su nombre se lamentaba de no poder acceder a los beneficios tributarios que se le ofrecían sólo a aquellos que tenían crédito respecto de una primera casa; pero me llamó más la atención escuchar que otra persona le decía: “Fácil, pon tu primera casa a nombre de tus hijos y así apareces como si tuvieras una sola”. Eso –pensé– es tratar de “sacarle la vuelta a la ley”.

Otro ejemplo de este mala práctica es cuando una empresa “acomoda” sus estados financieros ante sus posibles inversores para que inviertan o ante el Estado para que no le cobren muchos impuestos: puede hacerlo muy “legal”, pero eso es mentir y hacerlo es inmoral.

Es lo mismo que sucede cuando una autoridad saliente –edil o regional– se encuentra que por ley no puede presentarse nuevamente a los comicios porque hay que darle la oportunidad a otra persona y es saludable la rotación en el poder por parte de los ciudadanos; y entonces lo que hace es presentarse por otro distrito, otra ciudad, otra región. Eso podría ser “legal” porque si tiene doble dirección domiciliaria quizá lo podría “justificar”, pero lo que sí es que eso no es moral. No hay que confundir lo legal con lo moral.

Ese “sacarle la vuelta a la ley” es una de las prácticas de la corrupción en una sociedad. ¿Por qué es inmoral? Porque eso es mentir. No es verdad que seas primero en postular a un cargo político, es que ya lo has tenido antes, sólo que en otra ciudad. No te están dando la oportunidad a ti que llegas por primera vez, sino que ya la has tenido. Y mentir es desconocer la realidad, y eso, el rechazar la verdad, afecta radicalmente a una sociedad porque la verdad une, congrega, genera confianza, en cambio la mentira es injusta, perjudica a las víctimas de la mentira y rompe el tejido social. La verdad y la justicia son valores sociales básicos. Si no se viven la corrupción se abre paso.

Los ciudadanos tenemos que estar advertido sobre estas prácticas, porque si permitimos esto, ya nos podemos preparar a cualquier otro descalabro. Si alguien no respeta la ley justa, si le busca las “rendijas” que siempre tiene la ley, porque es imposible reglamentar todos los casos; entonces, si una persona es capaz de hacer eso es muy difícil que luego se muestre respetuoso ante la ley y la justicia. Si alguien quiere re elegirse lo que tiene que hacer es buscar los medios lícitos para cambiar la ley, no “saltársela” como Pepe “el vivo”.

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