15

May

2018

Pese a efectos de El Niño Costero

“Se tienen expectativas de un buen año para la agroexportación”

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Manuel López Ortíz, director de la Maestría de Agronegocios de la UDEP, explica los efectos del Niño Costero en el sector agrícola regional y nacional y los pronósticos de desarrollo agroexportador para este año.

Por Koko Zavala. 15 mayo, 2018.

Manuel López, docente de la Universidad de Piura, señala que aunque las expectativas productivas y de agroexportación para este año, en general son buenas, aun quedan retos y desafíos e cuanto a infraestructura y financiamiento, entre otros, a los que se debe prestar atención.

¿Qué productos fueron afectados por El Niño Costero?
Este evento afectó de manera severa, a la uva. Cuando ocurrieron las lluvias intensas, la campaña llevaba dos meses de terminada y algunas de las plantaciones se inundaron, justo cuando las plantas estaban recuperándose y en proceso de crecimiento vegetativo. En muchos casos, resultó afectada la infraestructuras de los viñedos y brotaron algunos hongos como el Mildiu, que afectó su crecimiento y productividad.

Esto fue entre febrero y abril del 2017 y ya se veía que afectaría la campaña 2017-2018, especialmente, en Piura. Las primeras noticias señalaban una baja en un 10 por ciento, pero conforme pasaba el tiempo las plantas desarrollaban y la preocupación iba creciendo, pues la floración fue muy pobre. Al final, la producción también decayó en algunas zonas, en 50 e incluso 60%. En algunos lugares, se dejó de trabajar en la planta. Se comenzó a podar para que se formen las ramas y lograr más racimos. Al ver que la producción sería poca, algunas empresas decidieron no invertir en algunas áreas esta campaña, y el volumen exportado fue menor: de los 282 millones de kilos exportados en el 2016, el 2017 hubo 262 millones, a nivel nacional.

Pese a ello, no hubo pérdidas dramáticas, ¿cómo capearon el problema?
Al reducirse el volumen en el mercado, hubo un incremento de precio que, de alguna manera, disminuyó el efecto negativo de la menor producción. Así, a pesar de los 20 millones menos de kilos exportados el 2017, respecto al 2016, se generó cerca de 18 millones más en valor FOB. Otras zonas productoras no fueron tan afectadas como Piura.

¿Cómo les fue a los otros productos?
La campaña de mango ya casi había terminado por lo que no se afectó mucho la infraestructura de las plantaciones. Tuvo una recuperación normal y hubo tiempo para que los productores controlaran las plagas que aparecieron. Lo que sí generó preocupación fue el posterior período frío: originó que la campaña se retrasara entre dos y cuatro semanas. Esto llevó a entrar en el mercado, en algunos casos, con fruta no suficientemente madura y con el precio con tendencia a bajar.

Otro problema, fue en la calidad de la fruta en destino. Probablemente por exceso de humedad, al hacer el corte de la fruta se encontraban cavidades al interior. A pesar de ello, se alcanzó 191,8 millones de dólares manteniéndose dentro de los 5 mayores productores a nivel mundial.

El caso de los limones fue clarísimo, todos vivimos el grado en que afectó El Niño, por un lado en términos de abastecimiento del mercado por problemas en las carreteras, y, por otro, por la menor floración que generó un impacto de más largo plazo. Esto se regularizó en octubre y noviembre, porque el limón tiene dos estaciones marcadas.

Expectativas para el 2018
Un fenómeno como este, según muchos especialistas, puede tener un impacto en dos períodos, el primero que ya pasó y este año podría tener algún impacto, aunque las expectativas son bastantes buenas, en particular en el mango.

¿Cuáles son esas expectativas?
De alguna manera, se espera que todas las plantaciones de uva se recuperen. Ya se está viendo una floración y un crecimiento adecuado en los parrones, por lo que se espera que la campaña que inicia en setiembre tenga igual volumen que la del 2016, por lo menos.

Con fenómenos como El Niño, es importante considerar que hablamos de un sistema agroalimentario y de agronegocios, así que detrás de un agroexportador hay una cadena de valor en la que hay fertilizantes, agroquímicos, financieras, transportistas, servicios, etc., por lo que el impacto llega a todos los niveles. Todo el sistema salió afectado, pero se espera que en esta campaña se vaya recuperando. Esto nos indica que a futuro, dentro de los análisis económicos de inversiones, se debe incluir siempre el efecto de un posible desastre climático, pues ocurre cada cierto período de tiempo. Cuando se hace el análisis de inversión hay que considerar un evento negativo, para responder a una realidad que se puede presentar.

Con estos pronósticos positivos, ¿convendría ampliar los mercados a Asia?
En cuanto a los mercados, se percibe un crecimiento en los cultivos desarrollados, como el mango y banano orgánico, hay noticias de incremento en el área de producción. Seguir con los mercados logrados es algo positivo, pues hay que cuidar el mercado ganado, pensando siempre en abrir otros nuevos.
Efectivamente, Asia es uno de los mercados que se están abriendo poco a poco, pese a que estos productos, que son perecibles y con mucha sensibilidad en cuanto a la trasmisión de enfermedades, plagas y agentes patógenos, requieren un trabajo intenso en todos los protocolos de exportación. Senasa, PromPerú y las oficinas comerciales siguen trabajando para llegar a acuerdos comerciales para poder enviar nuestros productos.

Es un desafío que superar, y se está logrando. Por lo pronto, ya se han realizado los primeros envíos de arándano (de prueba) a China; esto nos abre un mercado muy grande. Se ha enviado mango a Corea, donde ha tenido buena acogida, con lo que se puede tener un buen posicionamiento. Rusia también es una posibilidad muy interesante.

El exministro de Agricultura vaticinaba que este año habría 7000 millones de dólares en agroexportaciones, ¿demasiado optimismo?
No. Creo que hay una dinámica real en el crecimiento agroexportador. En el 2017, hemos batido nuevamente récord con 5990 millones de dólares en exportaciones en el sector agrícola. La meta era 6000 millones, no estamos lejos. Las áreas de exportaciones están creciendo, la competitividad está mejorando; cada vez se instalan más sistemas de riego y los proyectos de irrigación avanzan. El optimismo es real, basado en el empuje del empresariado y un trabajo importante de acercamiento de las oficinas comerciales a los mercados. Pienso que esa meta se podría alcanzar en dos o tres años.

¿Cómo encaja el pequeño productor en este cuadro con índices en alza?
Si bien en agroexportación se han vuelto a batir récores, todavía hay varios desafíos que superar, como: la relación con los pequeños productores, los del mango, por ejemplo, donde el sistema de comercialización aún es desordenado, lo que no sucede con el banano orgánico cuyas asociaciones de productores ya organizadas, no tienen mucho problema en los manejos de precio.

El tema financiero sigue siendo otro problema. Luego de la crisis de Agrobanco, este es uno de los grandes desafíos que debe afrontar el nuevo Ministro de Agricultura, pues se requiere repensar el sistema de financiamiento, sumamente necesario, para el sector, pues la banca comercial no otorga financiamiento regular a la agricultura.

Otro aspecto importante es la infraestructura de apoyo, como los accesos a las plantas de empaque. A veces, los costos de llevar el producto de la planta al puerto de Paita pueden resultar mayores que llevar de Paita al consumidor final en Europa. Podemos tener varios casos de estos, sobre todo en lugares donde las carreteras no están en buen estado y que se deterioraron durante el fenómeno El Niño. Hay que desarrollar esta infraestructura de soporte para que este crecimiento siga siendo sostenible.

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