07

Ago

2018

Docente de la Universidad de París 3

Yohann Turbet: “La cultura es una cuestión de primera necesidad para el desarrollo de los pueblos”

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Una de las cuestiones que suelen verse como ‘no tan serias’, o menos valiosas, es la cultura. De allí la necesidad de dar a conocer su verdadera dimensión e importancia.

Por Elena Belletich. 07 agosto, 2018.

Erróneamente, se habla de disciplinas y profesiones serias o importantes y otras que no lo son. En la siguiente entrevista, Yohann Turbet Delogf, docente de Gestión Cultural de la Universidad de París 3 (Sorbonne Nouvelle) y director general de la Alianza Francesa de Lima, habla sobre la importancia de la cultura en el desarrollo de los pueblos, de la gestión cultural, del gestor cultural y la tecnología.

“La cultura es lo que hace al ser humano, es su esencia, es su centro y, además, es un factor de desarrollo económico tremendo a través del turismo, de la fama mundial, del hospedaje, etc.”, dice Turbet.

Bajo esta premisa y desde su experiencia docente en París, ¿qué tan importante es la cultura y la gestión de esta?
Si una sociedad se formaliza, la cultura no puede quedarse fuera de esa formalización. Si se crean distinciones entre las áreas “serias” y no serias, de la cual podría formar parte la cultura, esta se va a perder, porque ya nadie va a poder insertar la cultura o asuntos culturales dentro de esa sociedad con normas, leyes, con una organización, con una proyección presupuestaria, etc. Por ello, el papel del gestor cultural es mostrar que la cultura es un tema “serio” que debe integrarse en la sociedad y ser manejado de manera profesional como cualquier otro.

¿Cómo se relaciona el tema cultural con el desarrollo de los pueblos?
La cultura es un factor de desarrollo tremendo para las ciudades y los países. Si damos una mirada a las ciudades que han logrado convertirse en imprescindibles a nivel internacional, vemos que son aquellas que han apostado por la cultura. Las ciudades puramente económicas no existen, nadie las conoce. La gente conoce las ciudades culturales; las que han logrado transformarse, salir de la nada y convertirse en grandes e imprescindibles, el mejor caso es Medellín, en Colombia, que ha apostado por la cultura, tiene eventos e instituciones culturales de nivel internacional, encuentros, investigación, etc.

Sin embargo, se subestima el rol de la cultura…
Siempre subestimamos el papel de la cultura como si fuera “la quinta rueda del carro”, “algo para los ricos” o “un suplemento”, y no es eso. La cultura es la esencia y centro del ser humano y un factor de desarrollo económico tremendo. Pero, ahí está el gestor cultural, para hacer que este papel clave sea reconocido como algo de primera necesidad y no de quinta.

En el Perú, la gestión cultural es un tema relativamente nuevo, ¿cómo se lleva en Europa, por ejemplo?
Hubo todo un proceso de más o menos 70 años de profesionalización del sector cultural. Hace 70 años eran los propios artistas o animadores quienes hacían el oficio de gestor cultural, esta labor se ha ido profesionalizando mientras el estado iba impulsando la proyección cultural profesional. Poco a poco, se necesitaron gestores, que fueran diferentes de los artistas, para hacer una mejor gestión, incluso para explicar lo qué hay dentro de una obra. En Europa, en Francia, el gran boom de la gestión cultural fue en los años 80 y tiene más o menos 30 años; y en América Latina tiene unos 15. Es tiempo de que el Perú conozca este movimiento, porque está un poco atrasado en comparación con otros países de Sudamérica.

¿Cuál es su apreciación sobre la aceptación que va teniendo la gestión de la cultura en nuestra sociedad?
Falta muchísimo. Todavía estamos en una cultura del efecto y beneficio inmediato: una cultura capitalista clásica que hace que aún no haya esa conciencia de que sí se debe invertir en cultura para generar efectos económicos a mediano plazo. Falta poner en valor el fenómeno cultural como inversión para el país. En este sentido, es indispensable que las entidades públicas o universidades se empapen de este tema para generar este cambio de mentalidades: la cultura es una inversión potentísima. Es cierto que no es una inversión común y no hay una ‘ganancia’ inmediata; es mucho más complejo, porque el bien cultural como bien económico es complejo, pero sí es una inversión para el país.

¿Qué habilidades y talentos debe tener el gestor cultural para cumplir su rol?
Es un perfil muy complejo, porque debe saber de todo. Un buen gestor cultural debe saber de contabilidad para hacer presupuesto, manejarlo, controlarlo, vigilarlo; debe saber de leyes, de todos esos aspectos jurídicos indispensables; de marketing, de comunicación, de relaciones públicas, porque sin eso no se hace nada en la sociedad actual. Debe saber de recursos humanos, cómo contratar a alguien, como despedirlo, cuánto y cómo pagarle; y, obviamente, al final debe saber de cultura. Por eso, son ‘managers’ totalmente generalistas, con un enfoque y una visión amplios, con una visión totalmente generalista pero con una gran sensibilidad ante la cultura, un plus cultural.

Entonces, ¿no basta ser un ‘manager’?
Alguien a quien no le interesa la historia del arte o de la cultura o los procesos culturales y es un manager puro no tiene nada que hacer en la carrera de Gestión cultural, tampoco un artista o un programador cultural puro. El gestor cultural es un nexo entre los políticos, periodistas, artistas, administrativos y, obviamente, es el fin último con los públicos. Debe tener esa habilidad de vincularse con todos, con profesionales muy distintos, porque el abogado, el político, el periodista y el público no esperan la misma cosa, no tienen el mismo chip, y él debe ser un punto de encuentro entre todos ellos.

¿Qué opina de que la UDEP haya tenido la iniciativa de crear una carrera de Historia y Gestión Cultural?
La Universidad de Piura es la única con una carrera integral en Gestión Cultural. Ustedes, en la historia del Perú, siempre serán la primera universidad que creó una carrera de Gestión Cultural y ahí lo “bonito” es que juegan un papel público; es decir, son una universidad que no es pública pero que sí ha tomado una iniciativa un tanto arriesgada, apostando por el futuro del país. Esto está en el corazón del papel de la Universidad: apostar, arriesgarse, empujar su país y ayudarlo a crecer con estas iniciativas. Normalmente es el papel del sector público, pero cuando no lo hace, otros tienen que hacerlo. Es un gesto magnífico e importantísimo, que va mucho más allá del impacto que tiene para la Universidad. Es una apuesta, es un regalo que ustedes hacen al país. Así, están desempeñando su papel profundo, universitario, que es un negocio muy particular ya que es para el bienestar de la sociedad, de los demás.

Hay algo que ya no falta en casi ninguna actividad humana, la tecnología: ¿cómo apoya esta la difusión y gestión de la cultura?
Este es un tema muy complicado. A veces, la tecnología se percibe como el milagro o una receta mágica, pero los gestores culturales no la deben tomar como tal. El objetivo de cualquier gestor cultural es la democratización cultural: hacer que la cultura llegue a todos. Es algo complicado, que se vuelve más fácil con las nuevas tecnologías, sin embargo, el problema es que la tecnología selecciona por lo que tiene un efecto perverso de distribuir y difundir siempre las mismas obras.

Al final, este dilema entre alta y baja cultura no se soluciona con la tecnología porque se difunden siempre las mismas imágenes, obras y películas. No hay esa democratización cultural a la cual apuntamos. No porque existen cosas online, quiere decir que esto solucione todo. Al final, la tecnología es una herramienta de conexiones, de creación, pero no es una receta mágica.

En diálogo con escolares y universitarios
Yohann Turbet Delogf estuvo en la Universidad de Piura, donde dirigió la master class “Estrategias de la gestión cultural” a escolares de distintos colegios de Piura, interesados en seguir la carrera de Historia y Gestión Cultural; y profesionales interesados en la cultura.

Ha sido director de cultura de la Municipalidad de Versalles, París. Es delegado general de la Alianza Francesa en el Perú, magíster en Ciencias Políticas – Gestión Cultural por la Universidad Sciences Po (París, Francia), exgerente de Cultura de la Municipalidad de Versailles y docente de Gestión Cultural de la Universidad de París 3 – Sorbonne Nouvelle.

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