02

Abr

2019

Artículo de opinión

El abogado y sus mandamientos

Eduardo Juan Couture Etcheverry, reconocido jurista y profesor universitario, elaboró una lista de diez normas de conducta (mandamientos), que los abogados deben tener presente y vivir para el noble ejercicio de la profesión.

Por Carlos Hakansson. 02 abril, 2019.

En el Día del Abogado citamos al doctor Eduardo Juan Couture Etcheverry (Montevideo,1904-1956), reconocido jurista y profesor universitario que, gracias a su experiencia teórica y digna práctica profesional, elaboró una lista de diez normas de conducta, más conocidas como mandamientos, que los abogados deben tener presente y vivir para el noble ejercicio de la profesión.

La lista comienza con el deber de estudiar, es decir, la inteligencia para comprender y adquirir nuevos conocimientos en el arte y la ciencia del derecho, pero, para fortalecer la autoridad de un saber socialmente reconocido, como cada proceso judicial es único, se debe saber pensar para ejercerlo con la debida competencia.

Al igual que todo trabajo que dignifica la condición humana, el abogado debe trabajar arduamente, porque la defensa legal también es una labor intensa. El profesor Couture Etcheverry añade que no se debe perder el ímpetu, esa fuerza interior para luchar por una causa que consideramos justa, diciéndonos: “el día que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia”; además, la firme lealtad que debemos a nuestro patrocinado, que no debes abandonar “hasta que comprendas que es indigno de ti”, así como vivir la lealtad con el letrado adversario, aunque no sea recíproco contigo, y con el juez que decidirá de acuerdo con el derecho.

Como marco de todos los mandamientos indicados con letra cursiva, Couture nos dice que la abogacía también demanda tolerancia, paciencia y fe en la justicia, el derecho, la paz y la libertad; así como la espiritual y sana actitud para saber olvidar los momentos de victoria o derrota en los tribunales y, finalmente, bajo cualquier circunstancia, amar el derecho para mantener viva la innata vocación de servicio que posee nuestra profesión.

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