26

Ago

2019

ARTÍCULO DE OPINIÓN

Envejecer creciendo

Cuando somos jóvenes, nos preocupamos de nuestra apariencia para sentirnos bien con nosotros mismos. Con el paso de los años eso ya no interesa tanto.

Por Jaime Ancajima. 26 agosto, 2019.

Fuente: Revista Mira

No dejamos de jugar porque envejecemos; envejecemos porque dejamos de jugar” (Bernard Shaw)

Actualmente, de repente, con 56 años de edad, he tomado conciencia de que pronto seré ¡un sexagenario!

En la mayoría de culturas, preguntar la edad de alguien no es bien visto, menos si se trata de una dama. En inglés, cuando uno habla de su edad, dice literalmente: soy 56 años viejo.

Debemos considerar tres secretos para continuar siendo jóvenes, felices y tener éxito: reír, encontrar humor cada día y tener sueños, cuando estos se pierden, uno muere.

Si uno tiene veinte años y se queda tirado en la cama un año entero, sin hacer nada productivo, terminará con veintiún años. Cualquiera puede conseguir ser más viejo. Eso no exige talento ni habilidad. Se envejece obligatoriamente, pero crecer en todos los campos de la vida es completamente opcional.

La idea es crecer a través de la vida y encontrar siempre oportunidad en la novedad. Dicen que los viejos, generalmente, no se arrepienten por aquello que hicieron, sino por aquellas cosas que dejaron de hacer.

Cuando somos jóvenes, nos preocupamos de nuestra apariencia para sentirnos bien con nosotros mismos. Con el paso de los años eso ya no interesa tanto. Sentirse joven no tiene nada que ver con la edad biológica. La cualidad de ser como uno es en el momento, espontáneo, alegre y contento, puede pertenecer a cualquier edad siempre y cuando nos mantengamos vitales, creativos e interesados en la vida.

El secreto es cultivar estas cualidades. Si cerramos los ojos y nos miramos hacia dentro, podemos sentir la edad que queramos tener: de un niño, joven o viejo. El espacio interior es intemporal. Nos volvemos viejos a los ojos de los demás y frente al espejo o por decisión propia.

Aprendamos a disfrutar de la vida y a soñar. Aceptemos con hidalguía el paso de los años sin dejar de reír nunca, encontrando humor cada día.

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