21

Mar

2019

ARTÍCULO DE OPINIÓN

¿Una mala persona puede ser un excelente profesional?

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En el entorno profesional, hablamos de una buena persona o buen profesional, cuando el trabajador demuestra ser responsable consigo mismo y con sus compañeros, y cuando entiende que el fin no justifica los medios.

Por Jaime Ancajima. 21 marzo, 2019.

Los expertos aseguran que las malas personas nunca llegan a ser buenos profesionales. Hoy en día, todos quieren lograr el éxito profesional y piensan que esto solo se logra a través de un título universitario y con más grados y capacitaciones. ¿Pero, además de todo aquello, qué se necesita para lograr la excelencia profesional? Se ha demostrado que las mejores empresas del mundo no necesariamente demandan trabajadores con formación terciaria.

La Fundación Universia, de España, publica el punto de vista del prestigioso psicólogo, neurocientífico y docente Howard Gardner quien sostiene que para que un profesional sea realmente exitoso, primero debe ser una buena persona.

Gardner respalda esta teoría con los resultados de su experimento Good Work Project, en el cual, luego de entrevistar a más de 12 000 individuos, estableció que los mejores profesionales son excelentes, comprometidos y éticos. El concluye, a partir de esto, que las malas personas no llegarán a ser nunca buenos profesionales porque no poseen ética ni se comprometen para cumplir metas u objetivos, en los que ellos no sean el centro.

Cuando Gardner se refiere a buenas personas habla de aquellas que demuestran coherencia entre lo que dicen y hacen; las que predican con el ejemplo. Es decir, las personas que piensan y actúan de forma ética.

En el entorno profesional, hablamos de una buena persona o buen profesional cuando el trabajador demuestra ser responsable consigo mismo y con sus compañeros, cuando entiende que el fin no justifica los medios y que no importan las diferencias de pensamiento cuando se debe buscar un objetivo común que beneficie al grupo o a la empresa. Además, sabe reconocer el mérito del otro en lugar de atribuirse victorias que no le son propias, y no duda en atender las responsabilidades que le corresponden.

El éxito profesional es importante, pero debe estar acompañado del éxito personal y la preocupación por el prójimo. Aspiremos a no solo ser un excelente profesional, sino a ser personas honestas, íntegras, preocupadas por el prójimo, que respetan a los demás y que con su quehacer contribuyen a construir una mejor sociedad.

Eduquemos a nuestros hijos siendo conscientes de que los valores, virtudes y principios están por encima de nuestro propio éxito profesional.

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