19

Mar

2020

ENTREVISTA AL DOCTOR GABRIEL NATIVIDAD

¿Cómo impactará a la economía peruana la medida de inmovilización obligatoria?

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"El panorama es expectante porque llevará al consumidor y productor peruano a pensar más sobre cómo salir del hoyo, no solo para su propio beneficio sino considerando a la sociedad", comenta el doctor Gabriel Natividad.

Por Dirección de Comunicación. 19 marzo, 2020.

“La pérdida por una cuarentena y el cambio en las costumbres de vida de los peruanos afectará financieramente a cientos de miles”, afirma el economista Gabriel Natividad, profesor investigador principal de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la UDEP.

Sin embargo, considera que la crisis podría motivar acciones positivas: bancos más flexibles con los clientes por sus moras, retrasos y renegociaciones; clientes afectados más austeros y con pensamiento creativo para lidiar con el temporal de las planillas, proveedores, y recomposición del aparato productivo; y honestidad por quienes no se vieron afectados, para no pedir ayuda innecesaria e incluso brindarla a quienes la necesitan.

¿El Perú vive o vivirá adversidad económica por el COVID-19?
Afirmativo en presente y futuro. No hay que ser pesimistas ni fatalistas, pero los números no serán halagüeños. Si por un mero feriado o el recorte de un día de trabajo en el año se “pierden” millones monetariamente hablando, la pérdida por una cuarentena y el cambio en las costumbres de vida de los peruanos en los próximos meses será muy significativa.

¿Qué predicción se puede hacer sobre cuánto durará y cuán grave será la caída económica?
Mi labor como investigador no es predecir el futuro, especialmente si no ha habido escenarios similares. Hacer “predicciones fuera de muestra” o pronósticos requiere analizar eventos pasados similares.

¿Ha habido catástrofes pasadas en el Perú que implicaran la interrupción del aparato productivo?
En el caso peruano podríamos pensar analógicamente en la locura terrorista de los años 1980s, con facciones comunistas revolucionarias (no fue guerra civil sino terrorismo a secas) que pusieron al país en vilo, especialmente a las zonas más pobres y aisladas, hasta llegar a Miraflores, Lima, en 1992. Las pérdidas fueron cuantiosas, pero hubo luego una recuperación gracias a las medidas del Poder Ejecutivo con Alberto Fujimori a la cabeza y a la colaboración de la población civil que llevaron a una bonanza económica de casi treinta años. No fue un escenario ideal el de la recuperación, y hubo muchas cosas mal hechas y gente que sufrió y sufre hasta hoy. Pero se solucionó la quiebra estructural del país.

¿Hay algún ejemplo más microeconómico que pueda darnos lecciones hoy sobre la aflicción económica de los peruanos y posibles impactos en su desempeño futuro?
Ha habido casos de adversidad “micro” sufrida por los consumidores del sistema financiero peruano ante cambios inesperados en su clasificación crediticia, y esto ha venido sucediendo por muchos años. A continuación, detallo uno.

Miles de peruanos con créditos de consumo tienen préstamos de distintos bancos, y esos préstamos tienen clasificaciones distintas, debidas al distinto comportamiento de repago diferenciado de cada cliente con respecto a sus bancos.

Sorprendidos por cambios inesperados en el tipo de cambio (dólar vs. sol) históricamente en el Perú, estos clientes llegaron a cruzar un umbral que gobernaba la “alineación” de sus clasificaciones crediticias en el sistema financiero. De forma inusitada, debido a movidas macroeconómicas totalmente ajenas a la acción individual del cliente o del banco, ese cliente sufría un empeoramiento de su “nota promedio” a ojos del mundo financiero.

En mi investigación científica de estos episodios negativos publicada en The Journal of Finance en 2017 realizada con Mark Garmaise, de UCLA, descubrí que aquellos clientes golpeados por la adversidad realizaron varios esfuerzos urgentes y concretos para mejorar su situación ante el sistema bancario. Intentaron ponerse a regla financieramente. Sin embargo, luego de 24 meses de los golpes negativos, notamos que los afectados continuaron con efectos financieros negativos de distintos tipos, sin recuperar su posición inicial. Aunque la adversidad fue confrontada, la recuperación simplemente no se dio.

¿El panorama es entonces totalmente negativo?
Los resultados de mi estudio académico del 2017 sugieren escenarios inquietantes sobre cuánto puede afectar una crisis micro. Por analogía, puedo afirmar que los impactos negativos del COVID-19 van a afectar financieramente a cientos de miles sin que ellos hayan tenido la culpa.

Pero esta crisis podría aprovecharse si nos lleva a un descubrimiento positivo: la virtud se conoce en la adversidad. Por el lado del ente regulador bancario (la SBS) y de los bancos, puede haber más flexibilidad con los clientes por sus moras, retrasos y renegociaciones. Por el lado del cliente afectado, puede haber más austeridad y pensamiento creativo urgente para capear el temporal de las planillas, proveedores, y recomposición del aparato productivo. Y por el lado de esos clientes no afectados—debido a que fueron previsores o virtuosos de antemano—puede salir a relucir la honestidad para no pedir ayuda si no la necesitan e incluso dar ayuda de tantas formas a otros. Para mí, el panorama es expectante porque llevará al consumidor y productor peruano a pensar más agudamente sobre cómo salir del hoyo no solo para su propio beneficio sino considerando la sociedad más amplia.

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