02

Mar

2020

Un testimonio desde China

El inicio del año 2020 en China y el coronavirus

Gracias a las coordinaciones interinstitucionales, se empezó a actuar rápida y eficazmente: se construyeron, en muy poco tiempo, dos hospitales nuevos; y otros 13 provisionales, aprovechando los espacios del centro de convenciones, polideportivos, etc.

Por Sofia Ma Zheng. 02 marzo, 2020.

Este año de la rata y la celebración del Año Nuevo en China (iniciado el 25 de enero) han sido bastante particulares para todos los chinos, por la ya conocida epidemia del coronavirus, que empezó por la ciudad de Wuhan (provincia Hubei, ubicada en el centro del país) y se difundió por todo el territorio de manera vertiginosa.

En paralelo al brote de este virus, se celebró la víspera de la fiesta folclórica. Los mercados menoristas y mayoristas, supermercados, tiendas, centros comerciales estaban repletos de gente haciendo compras y preparativos; por el mismo motivo, se iniciaba la migración interna más grande de China, incluso del mundo: chunyun (transporte por el Año Nuevo Chino), que, según lo planificado, inicia el 10 de enero y termina el 18 de febrero, y en la cual, todos los chinos dejan su trabajo y viajan desde donde estén rumbo a su pueblo natal para pasar la fiesta más importante de todo el año junto con su familia. En 2019, durante los cuarenta días de este periodo la gente que se desplazaba solo en tren llegaba a ser 410 millones, y el número total en todos los medios de transporte sumaba 2980 millones.

El 14 de enero, cuando llegué a Beijing desde Perú, todo era normal. Había algunas noticias sobre el virus pero nada de alarma como para alterar la vida regular. Me reuní con amigos, salimos a comer y a pasear por los centros comerciales. El 20 del mismo tomé el tren bala para regresar a mi pueblo natal y pasar el Año Nuevo con mis padres. Ese mismo día, llamó la atención lo que indicó un académico en público: este virus sí se transmite entre personas y hay trabajadores médicos que se han contagiado.

Wuhun en cuarentena
Solo dos días después, el 23, se declaró la cuarentena total de Wuhan: se prohíben las salidas y entradas vía terrestre y aérea; y se suspenden todos los medios de transporte dentro de la ciudad. Poco después, otras ciudades y pueblos también empezaron a aplicar medidas parecidas: se cierran los caminos y no dejan entrar a gente ni vehículos que llegan de otros lados.

Junto con el virus, se va diseminando preocupación, miedo y angustia. En los medios llegan diversos consejos (unos oficiales y otros inventados) para la protección personal y desinfección: no salir si no es imprescindible; si sale, es obligatorio usar mascarilla, y guantes y lentes, si es posible; lavarse con mucha frecuencia las manos; echar alcohol de uso médico a las cosas que has usado o traes desde afuera, a la vestimenta y los zapatos…

La gente no escatima esfuerzo para atender a todas las sugerencias que circulen, ya que no se conoce el mecanismo exacto de la transmisión y, se deja entender popularmente que el virus podría estar en el aire o pegado a la superficie de los artículos durante tiempo. Un estudioso se apresuró en comunicar que una hierba de medicina tradicional china podría servir para tratar la infección, y se acabó su provisión en todas las farmacias y su venta online en una sola noche. Lo mismo pasa con las mascarillas y alcohol. Ya resulta bastante difícil adquirirlos en ningún lado desde que se dio a conocer la transmisión entre individuos.

Una pausa al ritmo acelerado
En el condominio donde vivo, desde el 8 de febrero, empezaron a restringir la salida de los residentes. Cada dos días puede salir solo una persona por familia, con una pequeña tarjeta de registro. Quien no vive en el condominio no puede ingresar; si vive aquí, pero llega de otra ciudad, tiene que someterse a un encierro en su casa sin salir afuera y bajo observación médica diaria durante 14 días consecutivos.

Los centros comerciales y restaurantes dejaron de funcionar. Solo quedan tiendas y supermercados que proporcionan artículos de primera necesidad y la provisión es abundante. Para ingresar, se toma la temperatura en la muñeca o la frente. La verdad es que no hay mucha gente ni en las calles ni en los supermercados, porque también hay muchos otros que realizan la compra y venta online.

Si no fuera para comprar comida, preferiríamos encerrarnos en casa esperando ansiosamente que se mejore la situación. Se prolongaron los siete días de las vacaciones por el Año Nuevo, se cancelaron exámenes a nivel nacional, y se postergó, hasta nuevo aviso, la fecha de reinicio del trabajo de muchas empresas, fábricas e instituciones educativas.

Noticias tristes y otras alentadoras
La actualización estadística diaria publicada en los medios oficiales nos tiene en suspenso a todos. Hasta hoy (jueves 27) a las 16:35 horas, hay 43 284 casos confirmados existentes en China; de ellos, 39 729 están en la provincia Hubei, y 32 392, en Wuhan. Además, aún hay 2358 casos sospechosos.

Llegan noticias muy tristes de Wuhan: en los primeros días de la cuarentena había numerosos contagiados que no podían recibir tratamiento adecuado porque los hospitales, que nunca habían enfrentado tal cantidad de enfermos, no estaban en condiciones de recibirlos a todos. Faltan camas, médicos, enfermeros, incluso materiales sanitarios… Había familias que perdieron varios miembros en unas semanas. Fallecieron los mismos médicos y enfermeros…

Sin embargo, poco a poco se recobró el orden. Gracias a la coordinación entre el gobierno central y los diferentes niveles, y a muchas otras instituciones involucradas, se empezó a actuar de manera rápida y eficaz: se construyeron, en muy poco tiempo, dos hospitales: Huoshenshan y Leishenshan; y otros 13 hospitales provisionales, aprovechando los espacios del centro de convenciones, polideportivos, etc. con una capacidad total para más de 13 000 camas. Además, aún están construyendo otros 19. Un total de 41 600 profesionales (hasta el 24) llegan a Hubei de otras 30 provincias, entre ellos: equipo médico, expertos, miembros del ejército, unidades de emergencia, estudiantes de medicina; y, muchos ciudadanos, instituciones, órganos particulares envían materiales que están a su disposición: verduras, comida, utensilios sanitarios. También llegan, por vía aérea, donaciones extranjeras…

Y, con todo ello, llegan datos que dan expectativas positivas y alentadoras: aumento de nuevos casos confirmados en todo el país descienden desde el punto alto de más de 4000 por día, en la primera quincena de febrero, hasta centenares desde el 19, y sigue disminuyendo. Y fuera de Hubei, esta cifra ya se mantiene en unidades en muchas provincias y ciudades. El día 26, veintisiete provincias del país reportan no tener casos nuevos y, hasta el 25, en 58 ciudades (17,6%) han bajado hasta cero los casos confirmados. Además, van subiendo la cifra de curados acumulados, que hasta el 27, son 32 599 en total.

Desde el 10 de febrero, empresas y fábricas ya empezaron a volver al trabajo de a poco. Además de la forma presencial, muchos otros empiezan a funcionar a través de múltiples plataformas digitales.

Esfuerzo, lección y expectativa
Ya llevamos casi un mes con restricción de salida, rodeados de noticias entre preocupantes y de consolación. Durante todo este tiempo, hemos visto médicos, enfermeros y expertos que están luchando entre la vida y la muerte para salvar a los infectados; y a funcionarios, policías, guardianes de los condominios, otros muchos que siguen en su puesto de trabajo día y noche para mantener el orden en los diferentes niveles y aspectos de las coordinaciones; voluntarios que ofrecen lo que puedan para apoyar en la lucha. Y nosotros, la mayoría del pueblo, conformes y tranquilos de estar dentro de nuestra casa sin salir mucho para apoyar a detener la transmisión del virus, lo mínimo y lo más fácil que podemos hacer.

También hemos visto a funcionarios destituidos, por no haber podido tomar medidas a tiempo para detener la expansión de la epidemia. Pues, hasta finales de diciembre del 2019 ya se había reportado un centenar de infectados en Wuhan, pero no se ha podido llamar la atención adecuada. Tal vez, no habían querido ser aguafiestas y habían preferido seguir con la preparación del Año Nuevo, la fiesta tradicional más importante de todo el pueblo. Tal vez, ya se habían olvidado de lo que se vivió con la epidemia SARS en 2003. Tal vez, se habían considerado más capaces que lo que podría hacer un virus. Pero, el resultado ya está a la vista y deja lecciones importantes. Además de las pérdidas económicas, las 2718(hasta el 26) vidas ya son irrecuperables y han desaparecido para siempre para sus familiares.

Ya está aproximándose cada vez la primavera, en la que Wuhan se conoce por el florecimiento masivo de los cerezos, que viste a toda la ciudad de flores hermosas. Confiamos en que con el esfuerzo de todos y las coordinaciones entre gobiernos de todos los niveles pronto venceremos el virus y todo volverá a la normalidad. Y muchos han quedado para viajar a Wuhan para apreciar su belleza primaveral.

Comparte: