23

Nov

2020

Artículo de Opinión

Lo que nos ha tocado aprender…

Los profesores del país, del mundo, empezaron a transformarse. Ha sido clave la competencia profesional docente, con sus diversos componentes: planificación, comunicación, integración de medios, metodología, investigación, etc.

Por Claudia Mezones. 23 noviembre, 2020.

Cumplimos 8 meses desde que la educación se confinó a un entorno lejos de las aulas de las escuelas y las instituciones de formación superior. Desde entonces, hemos aprendido a andar, casi en medio de la penumbra, por no saber con certeza cómo sacar adelante una educación no presencial que veíamos lejana. Ahora, casi al final del año académico, nos preguntamos: ¿qué ha aportado esta experiencia a la educación?

El profesor tiene un buen talante para aprender. Quien enseña sabe con certeza que siempre está aprendiendo; está acostumbrado a resolver creativamente las complicaciones, por ejemplo: cambia rápidamente una estrategia cuando no funciona en la clase. Esto ha sucedido. De pronto, no tenía pizarra, cuadernos, tizas para explicar la clase ni alumnos a quienes ver directamente y saber lo que les pasaba…

En este contexto, los profesores del país, del mundo, empezaron a transformarse. Ha sido clave la competencia profesional docente, con sus diversos componentes: planificación, comunicación, integración de medios, metodología, investigación, etc. La especialización y formación docente han generado nuevos aprendizajes en los profesores, que han tenido que actualizarse, con praxis inmediata, en las formas de la educación virtual: planificación estratégica, evaluación formativa, instrumentos de enseñanza-aprendizaje, motivación de los aprendizajes, aprendizaje metacognitivo, retroalimentación, etc.

Se ha dicho que la integración de medios y recursos audiovisuales en la educación a distancia permite desarrollar nuevos espacios formativos. El acceso de los estudiantes a clases síncronas y asíncronas, webconferencias, programas educativos de televisión y radio, chats de WhattsApp como sesiones de clase, etc. son parte de todo un proceso de innovación educativa de la mano de las nuevas tecnologías de las que no nos atrevíamos a valernos demasiado en la presencialidad. No obstante, con ellos se ha promovido el desarrollo de competencias: colaboración, solución de problemas, comunicación, pensamiento crítico, creatividad, liderazgo, entre otras.

Además, en el ejercicio profesional docente ha habido un soporte emocional del que poco se habla: la cercanía afectiva con las familias y los estudiantes, y los profesores han sido creativos para generar entornos de socialización espiritual y de esparcimiento en entornos no presenciales. Es destacable su esfuerzo por el dominio de su competencia comunicativa (saber comunicar), para generar climas de empatía, apertura y flexibilidad que incidan positivamente en los aprendizajes de sus estudiantes y su contacto con las familias.

Los profesores han tenido arte y vocación para atender las más diversas necesidades de la educación en el entorno de emergencia,  y en los más diversos contextos socioculturales. Hay ejemplos del seguimiento personalizado de los estudiantes y de los esfuerzos por democratizar la educación. No obstante, el manejo de recursos ha sido, y sigue siendo, un reto. No todos cuentan con los medios electrónicos. Las escuelas desde su gestión, cada profesor desde su responsabilidad personal, así como los padres en casa, han tenido que gestionarlos recurriendo a soluciones creativas, además de esforzadas en lo humano y lo económico.

Decía un colega hace poco, en un conversatorio, que hay un trinomio importante para la educación en estas circunstancias: profesor, alumnos y padres de familia. Añadía otra colega un cuarto elemento clave: la gestión administrativa de la escuela. En este cuarteto, existen una serie de aspectos positivos y negativos generados en el entorno, que afectan a la familia en las responsabilidades educativas que ha tenido que asumir. Cada familia en su experiencia es consciente de la modificación del ecosistema familiar de casa: horarios, rutinas de trabajo y de estudio, labores del hogar, etc.

En todos los ámbitos, adaptación y flexibilidad son aspectos recurrentes que han marcado la experiencia del aprendizaje no presencial de los profesores. Es imprescindible su liderazgo, ante la institución y las familias, caracterizado por saber cómo actuar frente al cambio continuo, su buen dominio de la comunicación tomando en cuenta diferencias socioculturales, motivador de conductas positivas, atento siempre a fomentar el optimismo y la esperanza tomando en cuenta la complejidad de la persona, por su espíritu colaborativo y apertura para escuchar las opiniones de los demás y sus necesidades, orientado a las relaciones humanas y con vocación de servicio… La educación no presencial nos ha dejado una serie de aprendizajes que debemos potenciar.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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