19

Jun

2020

Artículo de opinión

Un papá inspirador

En tiempos de cuarentena, los papás nos convertimos en fuente de sosiego, de paz, de alegría; somos ejemplos de trabajo, de muestras de cariño y respeto...

Por Andrés Garay. 19 junio, 2020.

La celebración del Día del Padre en tiempos de confinamiento invita a repensar su figura en la familia porque su presencia es más notoria de lo habitual. Si tenemos, no obstante, a nuestro papá fallecido, su figura (in memoriam) desde nuestra condición de hijos es evocada con naturalidad, cariño y nostalgia por un afán de búsqueda de protección ante el peligro.

Cuando somos papás de hijos pequeños, la historia es otra. Los niños están felices de poder contar con él las veinticuatro horas al día. En tiempos de cuarentena, los papás nos convertimos en fuente de sosiego, de paz, de alegría; somos ejemplos de trabajo, de muestras de cariño y respeto a la esposa, del cuidado de la casa, de la logística y de los servicios. Ellos lo ven todo: somos su “primera pantalla” a través de la cual conocen el mundo.

La literatura, las películas, la música, el canto y juego ayudan a sobrellevar la situación, pero estar con papá es lo máximo. Sin embargo, los papás también necesitamos fuentes de inspiración. La primera fuente a la que se recurre es el modelo de nuestros propios padres, quienes, cada cual a su manera -que es algo que el hijo debe ir descubriendo-, nos aman (o amaron) con sinceridad y desprendimiento.

Hay un modelo de papá que es fuente infalible de todo aquello que un buen padre desearía ser: san José. Quienes hayan visitado la ermita de la Universidad de Piura recordarán la belleza de la imagen de la Sagrada Familia. Representa el preciso instante en que huían a Egipto ante la amenaza de la muerte. María, joven madre, que va sentada sobre el burrito con el Niño Jesús en su regazo y sujetándolo con sus brazos amorosos, cual protectora suprema, se deja llevar por su esposo. José es el guía que lleva las riendas con seguridad: se sabe responsable de la familia en cada paso y suspiro de esa larga caminata.

Con su fe, inteligencia y fuerza física transita por la ruta correcta a pesar de la incertidumbre y el apuro. Intercambia miradas con María confiándose mutuamente. Y pese a la adversidad, en el rostro de José se dibujan unas líneas luminosas de obediencia y determinación.

Un buen papá de hoy tiene algo de José porque cumple, trabaja y renuncia a sus individualismos para conducir a sus hijos a ser personas de buen obrar. Mirando a José, comprendemos que lo más valioso que heredamos de papá -nunca es tarde para descubrirlo y atesorarlo- son sus lecciones de vida, de amor y libertad; que el tiempo es oro en casa y en el trabajo; y, que el ejemplo de ser coherente es eficaz.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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