25

Mar

2021

Artículo de opinión

La línea que no debemos cruzar

La defensa de la dignidad humana, especialmente de los más vulnerables porque no pueden defenderse por sí mismos, es el primer pilar de una “sociedad decente”.

Por Gloria Huarcaya. 25 marzo, 2021.

Como si fueran pocos el dolor y la desolación que las familias están afrontando por el COVID-19, el congresista Yván Quispe (Frente Amplio) no tuvo idea más descabellada que presentar un proyecto de ley “que reconoce el derecho a la maternidad libremente decidida”.

Bajo el eufemismo de “derecho de la mujer”, los congresistas firmantes pretenden camuflar la legalización del aborto hasta la semana 14 de gestación, sin causal grave (solo porque las mujeres no desean ser madres); y, después de esa semana, el aborto estaría permitido en caso de violación, o si la vida y “bienestar integral” de la gestante peligran. Incluso, las menores de edad podrían abortar sin el consentimiento de sus padres.

Llama la atención que la propuesta no solo desconoce la legislación peruana (cuya Constitución protege la vida humana del concebido), sino también el relativismo científico y moral que propone. Así, el origen de la vida humana dejaría de ser un hecho biológico, comprobable desde la concepción para convertirse en una decisión femenina (sic: “la vida humana comienza a partir de la decisión de la mujer de llevar a término su embarazo”), y la autonomía de la mujer se erigiría como un valor absoluto, por encima del primero de todos los derechos como es el derecho a la vida.

El engaño es evidente. No se trata de la “interrupción del embarazo”, pues una vez que se produce el aborto, el embarazo no se reanuda.  El aborto provocado siempre consistirá en eliminar una vida humana inocente. Tampoco el origen de la vida es una cuestión arbitraria que puede definirse según el voluntarismo. Una vez que se produce la fusión de los gametos sexuales masculinos y femeninos, el cigoto contiene toda la carga genética necesaria para desarrollarse.

Su adn está completo, su identidad biológica es distinta a la del padre y la madre. Como los planos (perfectos) de una casa, que una vez diseñados, ya no añaden ninguna característica adicional, su diseño corporal está completo. Después de la concepción, se nutre y crece en el vientre de la madre, con un cuerpo distinto al suyo, sin cambiar su condición de persona.

Siempre habrá situaciones dramáticas como la violación, incluso en niñas. Pero, la dignidad humana no puede relativizarse según las circunstancias en las que fuimos concebidos; así como tampoco puede rebajarse nuestro valor de persona a causa de alguna discapacidad. La defensa de la dignidad humana, especialmente de los más vulnerables porque no pueden defenderse por sí mismos, es el primer pilar de una “sociedad decente” en palabras de Robert P. George. S.

Si anhelamos una sociedad más decente, la legalización del aborto es una línea que no debemos cruzar.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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