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Jun

2020

Recinto de investigadores

Archivo Regional de Piura: nuestra historia, nuestro sello

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Quiero resaltar la importancia del Archivo Regional de Piura para la reconstrucción de la historia regional, pues resguarda documentación de esta ciudad, desde fines del siglo XVI. Es un tesoro cuyo valor es incalculable

Por Pavel Elías. 17 junio, 2020.

Desde el 2008, cada 9 de junio se celebra el Día Internacional de los Archivos. Si nos detenemos a meditar, todos tenemos archivos personales que vamos generando desde que nacemos e incrementándolos a lo largo de nuestra vida. De igual manera, cada sociedad en el día a día va generando cantidad de documentación de todo tipo, de la que va quedando constancia en los archivos de las instituciones públicas y privadas.

Sra. Nelly Chunga en el Archivo Regional de Piura. Foto: GORE Piura

La celebración busca mejorar la percepción pública de los archivos. Según el Consejo Internacional de Archivos es un día propicio para recordarle a los sectores públicos y privados, la necesidad de resguardar -a largo plazo- los archivos y facilitar el acceso a ellos. En las autoridades públicas, se busca crear conciencia de los beneficios de contar con un registro documental eficaz para establecer un buen gobierno; en el público, reflexionar sobre la importancia de los archivos. En los dos casos, considero, el fin es único: hacer visibles estos documentos, la mayoría de ellos olvidados, ignorados o desconocidos por la población.

Desde mi profesión de historiador, quiero resaltar la importancia que tiene para nosotros los piuranos y para la reconstrucción de la historia regional el Archivo Regional de Piura, que resguarda documentación de Piura desde fines del siglo XVI. Es un tesoro cuyo valor es incalculable.

Llevo casi 22 años cerca del Archivo Regional. Empecé a conocerlo en 1997, a través del Seminario de Investigación histórica que llevé con mi maestro, el doctor Jorge Rosales en la especialidad de Historia de la Facultad de Humanidades, de la Universidad de Piura. De inmediato sentí el aprecio y la generosidad de la entonces directora del Archivo, Nelly Chunga de Merino, y de los demás trabajadores que la acompañaban en la difícil y ardua tarea de sacarlo adelante con un mínimo presupuesto. Percibí también la amabilidad y disponibilidad de los archiveros Héctor Rivas, Reynaldo Castillo y Roberto Burgos. Completaban el equipo, Sonia Cánova –actual directora- y Alfredo Mendoza. Va para ellos mi gratitud y aprecio por su ardua y abnegada labor, a pesar de las carencias y dificultades que tienen que sortear.

Una riqueza histórica
Para la reconstrucción de la historia de nuestro departamento, nuestro Archivo ha sido y es muy importante, dado que de las fuentes que guardan son de variados tipos: sociales, eclesiásticas, culturales, económicas, políticas, de la vida cotidiana, etc.

Ha sido el recinto donde muchos nos hemos iniciado en el “oficio” de historiadores y hemos compartido su sala de investigación con varios historiadores y profesionales de otras disciplinas interesados por la historia piurana. Susana Aldana, Alejandro Díez, Susan Ramírez son algunos de ellos, cuyas publicaciones sobre la historia regional del Norte del Perú siempre tienen fuentes de nuestro archivo.

Desde que me inicié quedé deslumbrado y fascinado por la historia quinientista y seiscientista de Piura, importante para entender todas las relaciones y desenvolvimientos de los piuranos de esos siglos, sobre todo la interacción entre el mundo indígena y el mundo español, que nos permitió entender mejor nuestro presente y realidad mestiza, con sus aciertos y con sus errores.

Para muestra…
Lo que guarda el Archivo Regional es nuestra historia. El documento original más antiguo que hasta el momento hemos encontrado allí es una carta dote, la cual se adjunta como prueba en un juicio civil iniciado hacia 1615 [Archivo Regional de Piura, Serie Cabildo, legajo 1, expediente 4].

La carta está fechada en San Miguel de Piura, el domingo 29 de agosto de 1568. En ella, el sastre Juan de Morales, residente en la ciudad, declaraba ser casado con María de Torres desde hacía aproximadamente dos años. Antes de casarse, la doncella había estado bajo la tutela del vecino encomendero Gabriel de Miranda, quien les había prometido en dote ochocientos pesos de plata corriente, así como los vestidos y joyas que le pertenecían a ella y unas casas ubicadas en la traza de dicha ciudad.

Por entonces, la ciudad se ubicaba en su segundo asentamiento, en la zona del Alto Piura. Por la descripción que se hace de la vivienda y solar, se concluye que estaba bien ubicada y al ser el propietario encomendero, era de las mejores. Se menciona nombre de calles y de vecinos como Gabriel de Miranda. Este personaje era propietario de por lo menos dos casas en la ciudad, una de las cuales está dando en dote. La otra la tenía desocupada dado que, buscando mejores oportunidades había ido años atrás junto al gobernador Juan Salinas de Loyola, a la entrada y descubrimiento de Yaguarsongo, específicamente en la ciudad de Santiago donde luego de fundada se había también avecindado, poseyendo indios en encomienda. Desde inicios de los años 60 tenía en Piura la encomienda los indios de Caxas y Serrán al casarse con Ana de Arenas, viuda del anterior encomendero Gonzalo de Grijera, que murió sin dejar descendencia.

Esta fuente presenta una información histórica muy valiosa. En este caso, la ciudad y su vecindad atraviesan una grave crisis económica y una cada vez más evidente decadencia que involucra otros ámbitos. La mayoría de los vecinos –no solo Miranda- se había ido a otras ciudades en busca de mejores oportunidades. La mayoría de encomiendas ya no rendían el tributo de antaño debido principalmente a la baja demográfica indígena, que hizo desaparecer algunas encomiendas.

Este documento, nos muestra el desenvolvimiento de la población piurana en aquella época. Miranda, Morales y Torres participarán de los traslados de los vecinos y residentes de la ciudad al puerto de Paita y a su asentamiento definitivo, donde hoy está nuestra ciudad. El juicio lo inician estando ya en el lugar actual, pero aun necesitan de documentos antiguos de casi 50 años atrás para hacer valer tal o cual derecho.

Es claro, pues, el valioso aporte de los archivos a la investigación, en este caso, la investigación histórica. Ese aporte se evidencia en la puesta en valor y preparación de la gran cantidad de documentos originados a lo largo de los siglos que guardan en sus anaqueles, y que consultan a diario los historiadores; se evidencia además en una política razonable de acceso para la utilización de fuentes documentales, y por supuesto también se aprecia en lo que Vicenta Cortes denomina “servir la documentación” que significa conocer los documentos en su génesis y en sus caracteres externos e internos y por éstos últimos, en su contenido [Rolf Nagel, 1985: 2]. Solo así y de esta manera, los archivos y los archiveros estarían cumpliendo la función social que tiene asignada su particular actividad profesional, como señala el doctor Juan Carlos Crespo.

De los piuranos
Hoy veo con sobresalto y pena cómo algunos legajos y expedientes de los más antiguos de la serie notarial y corregimiento, se van deteriorando cada vez más, con el riesgo de perderse para siempre, a pesar del invalorable esfuerzo de su directora y de los archiveros. Se necesita un presupuesto para poder darle tratamiento y restaurar dicha fuente histórica. Ojalá en el inmediato o corto plazo, se pueda hacer un esfuerzo económico, porque el compromiso humano del equipo que allí labora requiere de ese apoyo financiero. Invertir ayudará a que la historia de Piura siga a disposición de los investigadores y del público en general, aunque este último ignore muchas veces que el Archivo les pertenece. Salud, larga vida y felicitaciones a los Archivos en su día.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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