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Ago

2021

Susana Mosquera: “Con los talibanes en el poder, las alianzas políticas cambiarán”

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La situación de Afganistán ha captado la atención del mundo, no solo por la difícil situación de los afganos sino también porque esta afectaría la política de diversos países, a distintos niveles.

Por Elena Belletich. 31 agosto, 2021. Publicado en el diario El Tiempo, el 29 de agosto del 2021.

Sobre Afganistán, el poder talibán y los impactos, conversamos con la experta en Derecho Internacional, doctora Susana Mosquera, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Piura. Ella señala que los talibanes, fundamentalistas islámicos que vuelven al poder después de 20 años, nunca se retiraron de Afganistán. “Durante estos años de operación de la OTAN en la zona, han recibido el apoyo de Pakistán. Es la frontera Afgano-Pakistí ocupada por la etnia Pastún a la que pertenece la mayoría de los talibanes (viven a ambos lados de la frontera)”, explica la jurista.

Dra. Susana Mosquera.

 ¿Qué significa, política y económicamente que los talibanes tengan el poder en Afganistán?
Significa que las alianzas políticas van a cambiar. Afganistán ya no va a mirar hacia occidente, si no hacia oriente; la agenda democrática y de derechos humanos va a quedar pospuesta, puesto que ni China ni Rusia ni Pakistán tienen interés en establecer un modelo político de inspiración occidental y darán libertad a los talibanes para gestionar sus asuntos internos con mayor autonomía, siempre que los compromisos económicos y políticos que firmen entre los nuevos aliados se respeten.

Por eso, los grandes perdedores de este espejismo de 20 años de supuesta democratización del país son los grupos que movieron su acción hacia sectores naturales de influencia occidental: medios de comunicación, escolarización, presencia de la mujer en la vida pública, entre otros.

¿Qué cambios se presume que habrá en Afganistán con los talibanes en el poder?
Los talibanes consideran que las normas que deben gobernar la sociedad afgana son las que dejó establecidas el profeta Mahoma. Defienden el modelo monista de unidad entre la gestión política y la gestión religiosa del estado. No ven la diferencia entre uno y otro, porque para ellos Mahoma no solo creó una nueva religión, sino que les dejó un modo de gobierno. De ahí que los cambios implicarán un restablecimiento de la Sharía (ley islámica) como ley para toda la población afgana, independientemente de su religión o del nivel de compromiso que tengan con la fe islámica.

 Muchos culpan a Estados Unidos por la situación actual de Afganistán. ¿Podían los EE. UU.  permanecer más tiempo en esa región?
La razón de la ocupación fue la lucha contra el terrorismo, en tanto que amenaza directa a los intereses de los EE. UU. y sus aliados. Una vez controlada la insurgencia terrorista (al menos oficialmente), ya no había razones que justificaran prolongar la operación de la OTAN.

Esta retirada tiene relación con un cambio de posición de Estados Unidos en cuanto a la política internacional, un regreso al unilateralismo que se hizo evidente durante la presidencia Trump, y que el nuevo presidente mantiene.

La actual situación de Afganistán, ¿qué conflictos o beneficios crea para los países limítrofes?
La zona es de enorme interés geoestratégico, y lo ha sido desde hace décadas. Afganistán, con su mayoría de religión islámica, forma un bloque natural de alianza con Pakistán frente a la India. Esta relación entre política y religión se ha hecho más evidente en los últimos años, como respuesta a la política de nacionalismo hindú del presidente Modi en la India, quien ha venido aplicando leyes discriminatorias hacia la población islámica de ese país. A la frontera pakistaní se añaden los intereses económicos de China sobre los recursos minerales que hay en las montañas afganas, y de Rusia, que buscará retomar el anhelado acceso al mar de la India, a través del territorio afgano.

El líder talibán ha anunciado amnistías y dice que buscan la paz, ¿es posible que cumpla lo dice?
Es posible que se inicie una etapa de transición, hasta que los talibanes midan el verdadero efecto que esta “occidentalización” de 20 años ha tenido en la sociedad afgana: cuánto apoyo reciban de la ciudadanía, cuánto rechazo hay hacia al restablecimiento de la ley islámica y conocer cuánto interés tienen sus vecinos en establecer nuevas alianzas económicas con el gobierno talibán. Luego de esa etapa de transición se podrá permitir medir la sinceridad de esas palabras.

En cuanto a la conquista de derechos de los afganos, especialmente de las mujeres, ¿qué puede significar este cambio?
Los talibanes tienen una visión tradicional del papel de la mujer en la sociedad, por influencia de la religión islámica; y, sobre todo, por la misma naturaleza tribal ancestral de la sociedad afgana. La geografía montañosa del país favorece el aislamiento y, con ello, el ostracismo y rechazo a las ideas modernizadoras.

Habrá que esperar una etapa inicial de repliegue (las mujeres afganas han tomado la decisión de renunciar a sus trabajos como medida preventiva), pero será importante esperar y ver qué efecto real ha tenido el contacto occidental de los últimos 20 años.

Habrá que ver, también, si la sociedad civil afgana está convencida de la bondad de esa occidentalización, y si está dispuesta a luchar por mantener esas libertades logradas o si, por el contrario, hemos querido ver algo bondadoso en la ocupación de los últimos 20 años porque se estaban incorporando los derechos humanos en la agenda política del país, pero sin lograrlo de forma efectiva.

¿Qué reacciones se espera de la comunidad internacional?
La comunidad internacional no parece tener muchas reservas para actos de intervención en asuntos internos de otros países. Se ha quedado sin estrategias militares (luchar en las montañas afganas ha sido un terrible fracaso militar) y sin buenos argumentos políticos (democratizar a una sociedad que rechaza los valores de la cultura occidental es terreno para el fracaso). Por otro lado, el principio de no intervención prohíbe a terceros estados entrometerse en los asuntos internos de otros países.

La invasión de hace 20 años tenía como argumento la lucha contra los grupos terroristas con base en el territorio afgano. Es posible que la amenaza terrorista regrese y eso reactive los mecanismos multilaterales de intervención, pero después de tantos sonados fracasos de las potencias occidentales en su lucha contra regímenes dictatoriales (Libia, Irak, Afganistán), parece que estamos a puertas de una etapa de pragmatismo en las relaciones internacionales.

Miles de afganos quieren huir del país, ante el regreso de los talibanes, algunos países están a favor de recibir migrantes; pero, la mayoría no. ¿Cómo se abordará esta problemática?
La figura de los refugiados es un problema latente en muchas partes del mundo. Las guerras, la inestabilidad económica, las crisis políticas y humanitarias y los desastres naturales son la causa de miles de desplazamientos forzados de personas en todo el mundo. Un problema para el cual, por el momento, no hay una solución única a nivel internacional puesto que la materia migratoria (de la que en buena medida depende la figura del refugio y el asilo), es una competencia interna de los estados.

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