25

Mar

2022

Artículo de opinión

La inteligencia

Debido a esta capacidad de penetrar más allá de las apariencias, llegando a lo sustancial o esencial de una realidad, es que algunos supusieron que el término «inteligencia» tenía como componente al prefijo latino «intus», que significa adentro.

Por Luis Eguiguren. 25 marzo, 2022. Publicado en El Peruano, el 19 de marzo de 2022.

El término «inteligencia» lo encontramos constantemente en la vida diaria. Algunas consideraciones sobre su significado en la historia de las Ideas se presentan aquí. Según su etimología, proviene de la palabra latina: «intelligentia», un término compuesto por «inter» y «legere». «Legere» es un verbo que expresa la acción de recoger o escoger. La acción concreta de recoger se habría tomado como alusiva de la acción, más abstracta, de leer, después de haberse adoptado la escritura entre los hablantes del latín. Een latín, «legere» significa actualmente tanto «recoger» como «leer».

Cuando alguien lee, recoge los grafemas —los alza desde el texto escrito a la mente— y alcanza el significado de las combinaciones de ellos.

La inteligencia es una facultad humana. Consiste en una cierta capacidad de recoger o de escoger. El prefijo «inter» en la palabra inteligencia se entiende como «entre». De manera que, por la inteligencia, el sujeto agente —quien ejerce la acción de entender— escoge entre lo uno y lo otro, en relación con algo que ya es o que puede llegar a ser. Lo uno y lo otro podría ser —por ejemplo— lo importante y lo accesorio, lo aparente y lo auténtico. En este sentido, la inteligencia es la capacidad de discernir. Debido a que dis-cierne; es decir, actúa como un cernidor, reteniendo algo y dejando pasar lo demás.

El conocimiento humano parte de lo captado por los sentidos: las sensaciones o fenómenos sensibles. Sobre las sensaciones, integradas en la percepción sensible gracias a la imaginación y la memoria, recae la antes mencionada acción selectiva de la inteligencia. Al usar la inteligencia distinguimos entre lo esencial y lo accidental. Por ejemplo, reconocemos que estamos frente a un caballo —lo esencial— aunque este sea un percherón o un poni.

Inteligencia y racionalidad son términos que guardan afinidad entre sí. La primera permite captar y asimilar un orden —inteligencia especulativa o teórica— o bien, establecer un orden —inteligencia práctica —. Orden y razón derivan del latín ordo y ratio, respectivamente, términos afines en su significación. La inteligencia especulativa recoge un orden o estructura presente en un objeto o conjunto de objetos; y, también, su dinamismo —funcionamiento característico—. Así, distinguimos, por ejemplo, entre una gallina y una paloma, según su diferente estructura —taxonomía— y comportamiento —fisiología—.

La filosofía clásica griega establece una analogía entre la inteligencia y el sentido de la vista. Cuando entendemos algo es como si lo estuviéramos viendo. Por esto, cuando algo nos es evidente, como 2+2=4; manifestamos que lo vemos (videmus, en latín) bien claro con la inteligencia. Esto justifica la presencia del prefijo intensivo «e» en la palabra evidente.

Por la inteligencia se ve más allá de los datos que proporciona la sensibilidad. Por ella distinguimos entre («inter»; de donde se forma, inter-legere, intellegere o intelligere) lo sensible y lo inteligible. Así la estructura del átomo, integrada por núcleo compacto y nube electrónica, no la podemos ver con el sentido de la vista, pero sí podemos entenderla, a partir de los datos que proporcionan los instrumentos científicos en los experimentos, tal como los realizados entre 1908 y 1913 por Hans Geiger y Ernest Marsden, dirigidos por Ernest Rutherford, en los laboratorios de Física de la Universidad de Manchester.

La inteligencia nos lleva a entender (en-tender). El prefijo de esta palabra «en» viene del latín «in», que significa «hacia». El otro tramo del término se explica por el verbo «tender», porque cuando se entiende algo, la mente tiende a (hacia) lo que es eso, remontándose más allá de lo que, eso mismo, es presentado por la sensibilidad, más allá de lo que parece que dicho objeto sea.
Con la inteligencia penetramos en el fondo de la realidad de una manera semejante a como, con los rayos X, se puede penetrar a través de los tejidos de la piel y los músculos, llegando a reconocer cómo son los huesos.

Debido a esta capacidad de penetrar más allá de las apariencias, llegando a lo sustancial o esencial de una realidad, es que algunos supusieron que el término «inteligencia» tenía como componente al prefijo latino «intus», que significa adentro. Porque, con la inteligencia se puede captar lo que está en el fondo de las cosas. Como cuando, gracias a la inteligencia, comprendemos que, debajo de las apariencias del hielo sólido y el agua líquida, subyace la misma sustancia: agua.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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