ARTÍCULO DE OPINIÓN

Racismo y discriminación: reflejos de nuestra sociedad

En nuestro país, desafortunadamente se “valora”, se discrimina e insulta por el color de piel, origen, estatus social, apariencia física e inclusive por discapacidad. No se aprecia la rica variedad y multicularidad de habitantes.

Hace más de 50 años, mi madre, al igual que muchas chicas procedentes del campo o de la sierra, llegó a esta ciudad para trabajar como “chica cama adentro” en un hogar que la acogió. Desde niño siempre me preguntaba porque tenían que hacer eso y no podían estudiar o dedicarse a otras cosas, como el resto. Con el tiempo entendí las diferencias de “clases, razas” y otras más que nuestro país siempre ha tenido y aún subsisten.

Foto: Elperiódico.com

Hace un año, al regresar a casa con mi hijo de su colegio, un conductor de una camioneta conducía en sentido contrario al correcto y al reclamarle que diera la vuelta me dijo: “Qué cholo que te ves”.

En nuestro país, desafortunadamente se “valora”, se discrimina e insulta por el color de piel, origen, estatus social, apariencia física e inclusive por discapacidad física. No se aprecia la rica variedad y multicularidad de los habitantes de la costa, sierra y selva. Al contrario, entre nosotros mismos nos atacamos verbal y físicamente y descargamos todas nuestras frustraciones, taras mentales, traumas y un sinfín de conflictos emocionales, sociales, culturales y demás, que solo nos mantienen como una sociedad mentalmente atrasada e ignorante.

En un viaje a España, una familia de Madrid me pregunto cuál, en mi opinión, había sido uno de los problemas que la conquista española ocasionó en nuestro país, y les dije, sin dudar, que era el racismo y el clasismo. Antes, todos éramos incas, con diferentes clases, pero incas. Luego aparecimos, como así se nos llama en nuestro propio país, los mestizos, canelas, morochos, negros finos, trigueños y un sinnúmero de nombres para toda las diferentes “clases” de peruanos.

Esta situación de pandemia en nuestro país ha permitido reinventarnos, mejorar en muchos aspectos, valorar muchas cosas; pero, desafortunadamente también, ha sacado lo peor de nuestros sentimientos, modos de pensar y de actuar entre nosotros mismos.

Seamos agentes de cambio desde nuestros hogares, colegios, trabajos y, así, a todo nivel. Necesitamos no solo la educación como instrucción, sino que realmente esta surta efecto y logre el cambio sustancial de ser mejores seres humanos antes que profesionales. Además, aumentar en todas las personas su inteligencia emocional y autoestima, y hacer entender y comprender a todos que nadie es superior que otro por su apellido, ascendencia, posesiones y demás diferencias logradas o naturales.

Cambiemos esta situación. Reconozcamos y celebremos las diferencias, mantengamos una actitud abierta y tolerante y actuemos siempre en forma justa.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.


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