Desde hace más de un siglo, se viene discutiendo acerca de la importancia de las ciencias básicas en la formación del médico. En el contexto de los grandes avances en Física Cuántica, en 1910 se publicó el Informe Flexner, con un claro mensaje de acercar la educación médica a las ciencias básicas, tener una enseñanza más formativa en el laboratorio y un cuerpo docente más preparado.

Estas recomendaciones se insertaron en las escuelas de Medicina de casi todo el planeta durante el siglo XX, con lo que se pudo aplicar el conocimiento básico a la solución directa de problemas de salud de la población (como probar nuevas drogas o mejores métodos de cribado). Es decir, se fortaleció la investigación biomédica, en todo el sentido de la palabra. Pero no fue fácil. En los Estados Unidos de la posguerra, el presidente Johnson dictaminó que ya para 1966 «se conocía todo», deslizando la idea de que ya no era necesario hacer más investigación básica, sino más bien aplicar ese conocimiento a problemas directos, de manera más práctica.

Felizmente, la comunidad científica respondió y, bajo los mismos estándares con los cuales se refutan conclusiones de investigaciones, demostró con evidencia que Johnson y su departamento de Defensa estaban equivocados: Comroe encontró que los avances médicos de mayor impacto en los treinta años previos a 1976, como la cirugía de corazón abierto, los antibióticos o la quimioterapia, habían sido producto de investigación básica y de proyectos que nacieron buscando el conocimiento por sí mismo, inicialmente, y que, luego, en manos de científicos conscientes de la necesidad de investigaciones cada vez más transdisciplinarias, encontraron aplicación directa en problemas de salud.

Sin este enfoque, no habría sido posible el desarrollo de la Medicina moderna. Desde el descubrimiento de la estructura del ADN –y todo lo que ello implicó en el desarrollo de otras ciencias, como la genética molecular y la bioinformática–, la Medicina ha ido incorporando todo este conocimiento y caminando hacia una mejora en todos sus aspectos: diagnóstico más preciso, tratamiento personalizado y mejor pronóstico frente a males que antes fueron mortales.

Paolo Wong Chero, Md

Médico cirujano. Profesor de Biología Molecular y Bioquímica de la Facultad de Medicina.

Las ciencias básicas en el desarrollo de la Medicina