El rostro de un afable investigador
Su relación con la UDEP nació como ‘amor a primera vista’: la eligió sin pensarlo dos veces. “La visitamos con papá y me dije ¡esto es para mí!: era muy atractivo su orden, su limpieza y la calidad de las personas que nos atendieron”.
Poco después de terminar su carrera comenzó a enseñar en su alma mater. Luego, fue a Italia, a la Universidad de Roma La Sapienza, donde hizo su doctorado en Ingeniería Eléctrica. “Así, pude conocer y, sucesivamente, trabajar con investigadores de Italia, España, Polonia, Brasil y Suiza. Colaboré en la formación de doctorandos de la especialidad en La Sapienza, en mayo y junio de cada año”, del 2006 al 2012.
“Alejandro es muy analítico y esto lo hace un gran investigador. Es una persona de muy buen trato, siempre preocupado por sus compañeros; y, como profesor, posee rigurosidad académica y se empeña en que los alumnos aprendan”, nos dice la doctora Isabel Chiyón, decana de la Facultad de Ingeniería.
Aunque libra algunas batallas de salud, su ímpetu y la alegría que le produce enseñar, asesorar e investigar no cesan. “Estoy contento con lo que hago. Entre mis exalumnos, hay muchos que ahora son gerentes de operaciones en grandes empresas de sistemas eléctricos. El enseñar es la actividad más linda y noble que pueda existir: formar e instruir son encargos divinos. Y, este es mi encargo”, comenta.
Su esposa, Teresita del Carmen, y sus hijos, Alejandro y Paolo, ocupan un lugar especialísimo en su vida y su corazón. Es este amor, de padre y esposo, el que aumenta su capacidad de comprensión para con sus estudiantes y amigos.
“El estudio de un profesor nunca debe terminar. Hay que estar siempre bien preparados, sobre todo para dar un buen asesoramiento, académico o personal, a nuestros estudiantes”.
Es un incansable estudioso que procura estar al día y saber cada vez más, especialmente sobre los temas que lo apasionan: “Los sistemas eléctricos de potencia, el desarrollo de las energías renovables, la eficiencia energética
y todo lo nuevo que se viene para los alumnos, como las redes eléctricas inteligentes, con sus nuevos conceptos y filosofía”, dice Alejandro.
Su exigencia como docente e investigador son casi tan conocidas como su formalidad en
el vestir. “Algunos colegas aún recuerdan cuando se pusieron de acuerdo para ir a una excursión campestre. Todos vestían trajes informales, zapatillas, jean, polos, etc. A llegar a la casa de Alejandro, para recogerlo, él apareció con su impecable camisa blanca, pantalón de vestir y zapatos negros muy bien lustrados, como siempre”, recuerda el doctor William Ipanaqué.
“En los tantos años que lo conozco, nunca lo he visto de mal humor. Las cosas que parecen adversas las toma con una gran serenidad”, ha dicho el doctor Justo Oquelis, cuando Alejandro recibió la Medalla por sus 25 años de servicio a la Universidad, en el 2009.
Un cálido homenaje
En el 2014, un grupo de profesionales, exalumnos de Alejandro, se reunieron en Campus Lima para rendirle un homenaje de amistad y gratitud: “Me sentí muy feliz al ver en los muchachos una notoria sencillez y humildad. Son grandes profesionales, muy buenas personas y, lo más hermoso: todos son mis amigos y son ‘producto’ UDEP”, recuerda.
Con emoción, comenta que en la reunión no solo hubo recuerdos de conceptos, sino también bromas y anécdotas, “todas con una raíz, con un contenido de ciencia electromagnética. Qué orgulloso me sentí. Fue un intercambio amical e informal entre ingenieros”.
Julio Regalado, su colega y exalumno, estuvo en esa ocasión. Señala que estas muestras de respeto y cariño son merecidas. “Alejandro siempre nos ha dado ejemplo de integridad y dedicación. Busca que cada uno dé lo mejor de sí, para estar preparados para el competitivo mundo laboral que enfrentarán al egresar… Hoy tiene la puerta de su despacho siempre abierta para quienes buscamos su consejo y asesoría en diferentes temas. Además, está dedicado a la investigación de los smart grids y al asesoramiento de la rama estudiantil del Instituto de Ingeniería Eléctrica y Electrónica, IEEE”.
Hincha eterno
Sin duda, este formalísimo ingeniero y riguroso investigador fue uno de los millones de hinchas que vibraron a rabiar con los goles de Perú frente a los recientes partidos de Bolivia y Ecuador; y es que, aunque no tiene una afición a la práctica deportiva disfruta del buen fútbol y anima a otros a que lo practiquen. “Veo los partidos en la televisión; también los de Barcelona y Real Madrid, y otros que brillan en el fútbol europeo”, asegura.