Realiza un análisis conceptual de la sociedad, la política y la formación del Estado y sostiene que en el mediano y largo plazo un sistema centralista es inviable pues genera desigualdades territoriales y económicas, que trabarán el desarrollo de la sociedad en algún momento. Por ello, sugiere diseñar desde el inicio, con sólidas bases humanísticas, un proceso de descentralización políticamente viable, económicamente factible y socialmente aceptable.

Afirma que los intentos de descentralización en el Perú han sido parciales e insuficientes, entre otras razones por el equivocado enfoque de desarrollo y por la ausencia del eje de subsidiariedad, que debe ser el principio rector en este proceso, “que es político en su origen y debería ser eficiente en su aplicación”.