Por los pasillos, se le suele ver caminando con unos zapatos estilo Oxford. Le encantan, siempre lucen brillantes y la pintan tal como es: casual, intelectual, curiosa, universitaria, aguerrida. Lleva en su mente, además de su repleta agenda diaria, la música de alguno de sus soundtracks preferidos. Ahora mismo, quizá, esté sonando la dulce melodía de «Dawn» (Orgullo y Prejuicio, 2005).

Cuando termina de dictar clases, de escribir para el megaleído blog Castellano Actual y de atender decenas de consultas lingüísticas, Eliana sube a su impecable camioneta, la enciende, conecta su USB y se dispone a imaginar el rondeau que bailan Mr. Darcy y Elizabeth Bennet, también de la adaptación al cine de la célebre obra de Jane Austen.

Eliana llega a casa. Conversa con sus papás y busca su sillón favorito para leer. Estos días, anda paseando por el colegio Hogwarts, la escuela de Harry Pottler. Es que, con sus alumnos del Club de Lectura –el cual ya lleva 8 años de existencia, que no es poco–, van a devorar la saga para, después, hacer la comparación con las respectivas películas. Genial.

 

– Las siglas «UDEP» siempre van en mayúsculas –dijo Una–. Eso me lo enseñó Eliana Gonzales.

– No, también se puede escribir «Udep», comentó Otro.

– Hagamos una apuesta –dijo Una–. Estoy segura de que ganaré.

Adivinen quién ganó.

(Pequeña historia tomada de la vida real)

Si le da tiempo, sale a comprar libros para sus sobrinos de 4 y 2 años. Mientras camina, sueña con abrir un instituto lexicográfico: «Podríamos trabajar profesores y alumnos para elaborar un registro de cómo hablábamos antes y cómo lo hacemos ahora los peruanos». Es claro que la lexicografía es otro de sus sanos vicios: desde niña, colecciona diccionarios. «Mira ese estante, está repleto de ellos. Son un tesoro por descubrir», dice, con los ojos tan abiertos y vehementes como los tiene cada vez que defiende una regla ortográfica.

Gracias a esas caminatas nocturnas, su sobrino mayor, de 4 años, aprendió a leer a los 3. La «tía chocha» no puede consigo misma cuando lo cuenta: «No me lo propuse, es que en casa somos gente de Letras». Sí, claro, pero es que además Eliana estudió Educación y esa vocación no se extingue nunca.

Antes de dormir, recuerda que debe escribir el discurso por su nombramiento como flamante nueva académica de número de la Academia Peruana de la Lengua –la segunda mujer en los 130 años de historia de la institución–. «Debo hablar durante media hora, son como 15 páginas por lo menos. No sé cuándo me voy a dedicar a eso», susurra.

Al día siguiente, al despertar, vuelve a sonar «Dawn» en su mente. Perfecta para un buen inicio. Sube a su camioneta impecable, inserta su USB y esta vez imagina que, aunque quizá nunca vuele en parapente –«porque no me lo he propuesto», dice–, su pasión por el castellano del Perú convertirá a sus alumnos en valiosos representantes de nuestra identidad nacional.

 

La Academia Peruana de la Lengua

Es una institución cultural que agrupa a literatos, escritores, poetas, lingüistas y científicos, que son expertos en el uso del idioma español en el Perú. Es miembro colectivo de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Fue establecida en Lima el 5 de mayo de 1887 por Ricardo Palma, pero comenzó a funcionar de manera posterior a causa de la Guerra del Pacífico. El autor de las Tradiciones Peruanas fue un valiente defensor de los peruanismos ante la Real Academia Española.

Entre sus miembros ilustres se encuentran Mario Vargas Llosa, Víctor Andrés Belaúnde, Guillermo Hoyos Osores, Augusto Tamayo Vargas, Luis Jaime Cisneros; y Aurelio y Francisco Miró Quesada. El poeta Ricardo Silva-Santisteban es el actual presidente de la institución.