La necesidad de producir energía eléctrica se ha vuelto imprescindible y su producción ocasiona cada vez mayores impactos ambientales. Si queremos un futuro energético seguro, debemos producir y utilizar energía que sea sostenible y que satisfaga las necesidades de hoy, sin comprometer el futuro.

Hace algunos años, se comenzó a promover la inversión privada en proyectos de infraestructura energética, anteriormente monopolizada por el gobierno. Nació así una competencia que estimuló la innovación y la productividad; originó la disminución de precios y un evidente crecimiento económico. Además, el ingreso de las energías renovables al mercado y la sustitución de los combustibles fósiles redujo, en un 7%, las emisiones de CO2. Se espera que para el 2020, la reducción sea del 40%.

Entonces, es posible que las energías renovables lleven a una sostenibilidad ambiental. Por ahora, el uso del producto final (no en el proceso) ya contamina menos el ambiente; en el resto del ciclo, se sigue el mismo daño que causaban las energías convencionales; pero, se continúa trabajando para evitarlo.