En agosto, se conmemoraron 75 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, periodo en que la Alemania nazi cometió innumerables crímenes de lesa humanidad –entre muchas razones– debido a su sistema jurídico positivo, esto es, un derecho escrito, eso sí, dotado de particularidades propias del régimen nacional socialista alemán que adoctrinó y cegó a sus ciudadanos a tal punto que sus actos, totalmente ajenos al más mínimo respeto de derechos fundamentales, tenían protección legal.

No obstante, el fin de la guerra supuso la vuelta al derecho natural que, a diferencia del derecho positivo, se caracteriza por pregonar un conjunto de derechos únicos para todas las comunidades que se encuentran por encima de la ley positiva y que se sustentan en la naturaleza humana.

Ahora bien, es precisamente en esa naturaleza que se rescata una de las principales características del hombre: su dignidad, la cual le permite reconocer su propia existencia y la de los demás, como sujetos que tienen derechos y que, independientemente de su raza, sexo, religión o más allá de lo que cualquier ley nacional pueda decir, deben respetarse.