La formación del joven político
En cada periodo académico es usual que más de un alumno me cuente sobre su vocación y deseos de integrar un partido político o de participar en una campaña electoral.
Lo primero que percibo es su entusiasmo; pero, también algo de contrariedad. Unánimo alimentado con la idea de formarse en una corriente de pensamiento, en favor de las libertades y el bien común, así como preocupación por las pocas opciones que tienen: sin partidos políticos organizados ni movimiento de juventudes. Luego de escucharlos y conocer sus inquietudes le expreso mi apoyo y hago sugerencias durante este camino profesional.
Es cierto que la formación política difiere de la académica; pero, aportar al bien común consiste en llegar bien preparados. Lo primero que recomiendo es conocer su región natal a profundidad: historia, tradiciones y principales problemas; viajar por todas sus provincias y, si fuese a través de un partido, en el curso de una campaña electoral, proponerse conocer a todas
las autoridades y escuchar a sus ciudadanos, sobre sus necesidades, insatisfacción y oportunidades para alcanzar el bienestar.
En el camino de la formación política, la experiencia de campo y conocimiento directo de las personas y territorio es fundamental para producir esa conexión con los ciudadanos, cuyos intereses desean representar en el futuro, ya sea como regidor, alcalde, gobernador o parlamentario.
Actualmente, para laborar en la administración pública, se valoran las habilidades de gestión en los políticos; considero
que es algo importante, pero no indispensable. Los técnicos se contratan, a ellos se le pide aplicar sus conocimientos para mejorar los servicios públicos, la seguridad ciudadana y una legislación adecuada para fomentar el empleo, la inversión, etcétera.
El político debe saber cómo sumar voluntades, mostrando su firmeza contra la oposición, persuadiendo a la ciudadanía de que el camino es correcto e invertir todo su capital político para conseguirlo, en el corto, mediano o largo plazo. Hay que considerar, además el barniz que opera como aggiornamento de todo zoon politikon: una persona cultivada.
Un profesional de la política conoce la historia universal, la de su país, los grandes cambios y corrientes ideológicas que mueven al mundo, así como la comprensión y postura de su nación en el entorno geopolítico. Necesita aprender a hablar y escribir en varios idiomas extranjeros, al menos en inglés y francés; además, debe cultivar las virtudes de bondad, honradez y sinceridad, sumadas a la capacidad, competencia y sagacidad que todo políticoestadista debe practicar en su diario ejercicio profesional.
Finalmente, suman también: la madurez política, una trayectoria de aciertos, fracasos, corazonadas, desilusión y esperanzas que se forja con el tiempo.