En junio, Leticia Ruiz Rivera, médica y fotógrafa española, realizó una exposición fotográfica, que denominó “Límites”. Plasmó el impacto que produce el cambio en las facciones de rostros de un grupo de profesionales de salud, al inicio y al término de un turno de trabajo, de 24 horas de duración. En su página web, explica que el proyecto “trasciende más allá del cansancio y de la entrega” y que “se trata de un homenaje a mi trabajo como médico, a mis compañeros y a los pacientes que atendemos en esas horas…”.

La iniciativa es buena; sin embargo, además de los rostros, el trabajo médico en sí, hecho con la mayor perfección posible, nos debe llevar a reflexionar sobre la frase hipocrática de que lo primero en medicina es, y será siempre, no dañar al paciente, desarrollando la actitud afirmativa de “hacerle caso” o como solía decir el doctor Eduardo Ortiz de Landázuri (1910- 1985), exdecano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra, los pacientes siempre suelen tener razón.

Esto que aprendimos, desde el comienzo de la carrera, nos debe llevar a dar un paso más: mirar aquellos pequeños servicios que, tal vez, pasaron inadvertidos, como: una larga explicación del médico al paciente sobre la COVID-19 y el tiempo de aislamiento, la atención a quien ha sido afectado, para prevenir o aliviar su sufrimiento, una labor tan poco apreciada que las enfermeras brindan con esmero y paciencia; o algo tan sencillo, como dar de comer a un adulto mayor afectado por la COVID- 19 y que no puede hacerlo por sí mismo, o algo tan simple como llevarle una carta que escribe la hija a su padre, internado en el área COVID.

Estas y otras son acciones de las que fui o en reportajes televisivos. Tal vez tampoco se plasmarán en exposiciones fotográficas; pero, en esta pandemia hemos aprendido a valorarlas más. Y, ese valor subjetivo del trabajo médico y sanitario, quizá sin darnos cuenta, nos hace mejores, nos enriquece por dentro y le da a nuestra labor diaria en un centro de salud, en un hospital o en la visita domiciliaria, un rostro humano.

Decía el escritor Rafael Gómez Pérez (1935) que “al hombre le interesa dar con la verdad, no sólo para saberla, sino para hacerla, es decir, para llevarla a la práctica”. Ojalá todos, no solo los que laboramos en el campo sanitario, aprendamos esta lección positiva que nos deja la crisis provocada por la pandemia; repito, se sabe que no saldremos en las noticias ni en galerías fotográficas, pero sí daremos un paso para ser cada vez más humanos.