No hay que decir adiós
LUISA MARICIELO ESCUDERO LÓPEZ
Periodismo, X ciclo. Campus Piura
Entraré a la universidad a los 17, me graduaré a los 21 y, luego, consigo un trabajo”. Todos dijimos o pensamos alguna vez en ello. Era un plan simple en nuestra mente, que se iba a dar tal cual lo planeamos.
No sabíamos a lo que nos enfrentaríamos.
El paso del colegio a la universidad es desafiante. Adaptarnos a un nuevo ambiente diversas dinámicas puede resultar paralizante para un adolescente de 17 años. Sin embargo, una vez superado el difícil primer año, todo se vuelve más sencillo.
A lo largo de la carrera, aprendemos de todo y conocemos a variados tipos de personas; hacemos amistades; tenemos altibajos y dificultades, pero siempre encontramos una solución.
Finalmente, cuando estamos a punto de terminar el último ciclo, miramos atrás, el camino recorrido; y, recordamos con cariño nuestros días como cachimbos, las primeras amistades que hicimos, el maestro que se convirtió en un guía, el parcial por el que lloramos, las risas y buenos momentos compartidos. Quisiéramos volver a nuestro primer día de clases, regresar en el tiempo, pero no se puede. Solo podemos sonreír y seguir adelante.