A lo largo de nuestra vida nos dicen frases como: “ya vas a acabar la secundaria, ¿qué vas a estudiar?”, “ya te vas a graduar, ¿dónde vas a trabajar?”, “ya trabajas, haz una maestría”, “cásate”, “ten hijos”, como si todo estuviera predeterminado y nosotros solo debamos seguir ese camino. Sin embargo, ese camino no resulta “fácil” de andar, pues conlleva muchas preocupaciones, frustraciones y constantes preguntas sobre “¿qué hubiera pasado si…?”, muchas veces no nos damos cuenta de que la felicidad la encontramos cuando diseñamos nuestra ‘propia vida’ y no dejamos que alguien más la diseñe por nosotros.

Del mismo modo, muchas veces dejamos que la percepción que tiene la gente de nosotros sea nuestra realidad y nos limite. No nos atrevemos a hacer algo que queremos porque “no somos buenos en eso”; nos estancamos pensando que somos algo porque así lo dicen los demás. No nos damos cuenta de que somos nosotros quienes definimos lo que somos y lo que podemos llegar a ser.

Debemos tener siempre presente que, finalmente, somos lo que elegimos ser. Todos tenemos un propósito en nuestra vida y cada uno de nosotros define cuál será, cómo y cuándo lograrlo.