Cada vez que llego a un período de vacaciones abro la lista de metas que voy confeccionando a lo largo del resto de año. Es una lista de cosas que me prometo hacer en cuanto tenga un poco más de tiempo. Incluye la lectura de libros o artículos de mi interés, preparar un modo distinto de explicar un tema en los cursos que dicto, entre otras. Considero ahí, lo que me gustaría decirle a mis nuevos, y no tan nuevos alumnos, que inician sus estudios en la universidad, con la esperanza de que lo entiendan. Llevo ya algunos años en la docencia universitaria y no quiero rendirme en esta, tal vez, quijotesca empresa de ayudar a ser universitario, empezando por mí mismo.

A inicios de diciembre de 2024, asistí a la presentación de un libro homenaje a Vicente Rodríguez Casado, historiador, profesor visitante de la Universidad de Piura. El calificativo que mejor lo describe es el de maestro: persona que con su experiencia puede indicar rutas de desarrollo a quien está empezando a desempeñarse en una determinada labor. Estimo que es necesario agradecer que contemos con alguien así, en esos cruciales momentos de nuestra vida universitaria. Una persona que nos oriente, pero que nos deje asumir responsablemente alguna de las opciones que puedan sugerirnos y libremente elegimos. Esta es una característica clave de la vida en la universidad: asumir la responsabilidad de la propia formación.

Sin ánimo de llegar a honduras filosóficas, estudiante es el que estudia y, dicho de manera negativa, si no lo hace no está siendo fiel a su ser. Todo lo que haga un estudiante, dentro o fuera del aula de clase o del campus universitario, deberá respetar y ser acorde a su esencia. Definitivamente, hay factores que favorecerán -o no- esta coherencia con su ser estudiante, pero deberán ser adecuadamente manejados por todos los que formamos parte de la universidad.

Y, aquí se incluye a todos: alumnos, docentes, personal administrativo y de servicio. Definitivamente, todos colaboran para que en la universidad se cultive la verdad por sí misma. Es una oportuna ocasión para aprender a valorar el aporte variado de cada persona.

Consciente de la amplitud de perspectivas sobre el tema, vale la pena dedicar algunas consideraciones sobre una realidad que florece en la universidad y le ayuda a seguir con vida: se trata de la amistad, desarrollada en un proceso que cuenta con el tiempo esperado de la duración de los estudios.

Probablemente, empezará en la camaradería del aula, en las naturales simpatías que puedan surgir, en los intereses en común, hasta llegar cada uno a procurarse mutuamente el bien, como corresponde entre verdaderos amigos. Esta amistad abrirá horizontes para la futura vida personal y profesional, que puede perdurar en el tiempo, y a los cambios que puedan suceder en adelante. Todo esto y más es la vida universitaria.

Reynaldo Villar Guevara

Es máster en Gobierno de Organizaciones por el PAD-Escuela de Dirección de la Universidad de Piura e ingeniero industrial por esta casa de estudios. Es profesor de la Facultad de Ingeniería desde 1989; desde el 2008, en el campus de Lima.